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17 de abril de 2025 a las 09:25

Descubre la magia de EEUU y México

La tensión entre México y Estados Unidos se asemeja a una cuerda floja en la que ambos países bailan peligrosamente cerca del precipicio. Más allá de las disputas por el agua del Río Colorado, que se evapora bajo el sol implacable de la sequía, o del precio del tomate, que pica en el bolsillo de los consumidores estadounidenses, se esconde una trama geopolítica mucho más compleja. China, el gigante asiático, emerge como un actor inesperado en esta partida de ajedrez, convirtiendo la relación bilateral en un triángulo estratégico con aristas afiladas.

La acusación de Estados Unidos sobre la triangulación de productos chinos a través de México y Vietnam para evadir aranceles es una bomba de tiempo. Si bien Vietnam comparte frontera con China, la proximidad de México con Estados Unidos y la larga historia de desencuentros entre ambos países añade una capa extra de complejidad. Imaginemos la presión que ejerce esta situación sobre México, atrapado entre la espada y la pared, entre las exigencias de su poderoso vecino del norte y la creciente influencia del dragón asiático. ¿Optará México por un acuerdo que limite las importaciones chinas, fortaleciendo el concepto, a veces utópico, de la "fortaleza norteamericana"? Este posible pacto, sin duda, dejará un sabor amargo en algunos sectores de ambos países, quienes verán sus intereses económicos afectados.

La interdependencia económica entre México y Estados Unidos, tejida a lo largo de décadas, es un factor crucial que a menudo se ignora en el fragor de la disputa. El 90% del tomate que adorna las ensaladas estadounidenses proviene de México, un dato que revela la profunda imbricación de ambas economías. Imponer aranceles a este producto, si bien puede sonar atractivo para el electorado estadounidense, tendría un impacto directo en el bolsillo de sus consumidores y en la economía mexicana. Es como dispararse en el pie, un acto de proteccionismo que podría desencadenar una guerra comercial con consecuencias impredecibles.

Pero el tomate y el agua son solo la punta del iceberg. La política interna de ambos países añade leña al fuego. En Estados Unidos, las medidas contra los residentes mexicanos, documentados o no, resuenan con fuerza en ciertos sectores, pero ignoran el aporte vital de esta comunidad a la economía estadounidense. Las amenazas de intervención militar contra el narcotráfico en territorio mexicano son una herida abierta en la soberanía nacional, una sombra que se cierne sobre la relación bilateral.

En México, la relación con Cuba, un tema sensible para la política estadounidense, y las elecciones del Poder Judicial, se convierten en potenciales detonantes de conflicto. Ambos gobiernos parecen caminar con los ojos vendados, olvidando que sus decisiones tienen un efecto dominó que impacta al otro lado de la frontera.

La situación actual exige un diálogo franco y constructivo, un reconocimiento de la interdependencia y una búsqueda de soluciones que beneficien a ambos países. De lo contrario, la cuerda floja sobre la que bailan México y Estados Unidos podría romperse, arrastrando a ambos al abismo de una crisis de consecuencias devastadoras. La geopolítica, la economía y la realidad social exigen una visión a largo plazo, una estrategia que trascienda los intereses particulares y se enfoque en la construcción de un futuro compartido. El desafío es enorme, pero la alternativa, la confrontación, es un camino sembrado de espinas.

Fuente: El Heraldo de México