
17 de abril de 2025 a las 09:30
Democracia en peligro
La democracia, un término tan utilizado como a veces malinterpretado, se erige como pilar fundamental de la convivencia en el siglo XXI. Más allá de la simple elección de representantes, se configura como un ecosistema complejo donde convergen la voluntad popular, el imperio de la ley, la seguridad jurídica y el respeto irrestricto a las instituciones. En un contexto regional, como el latinoamericano, donde las sombras de la inestabilidad política acechan, la Corte Interamericana de Derechos Humanos se convierte en un faro de esperanza. La reciente solicitud de opinión consultiva por parte de Guatemala, en diciembre de 2024, sobre la democracia como derecho humano, no es un hecho aislado, sino un grito de alerta ante la creciente amenaza que se cierne sobre los sistemas democráticos en la región.
Esta consulta trasciende el mero análisis teórico. Busca dilucidar la esencia misma de la democracia, no solo como un sistema político, sino como la condición sine qua non para el ejercicio pleno de los derechos fundamentales. Un Estado de Derecho robusto, garante de la justicia y la igualdad, solo puede florecer en un terreno fértil de valores democráticos. Por ello, la afirmación de la democracia como un derecho fundamental adquiere una relevancia capital.
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos juega un papel crucial en este escenario. A través de la adhesión voluntaria de los Estados a la Convención Americana, se teje una red de protección que trasciende las fronteras nacionales. La competencia contenciosa de la Corte, reconocida por países como Guatemala desde 1998, consolida su autoridad para dirimir conflictos en materia de derechos humanos. Sus resoluciones, lejos de ser meras recomendaciones, poseen la fuerza vinculante de una sentencia judicial y deben ser acatadas sin reservas.
La solicitud de opinión consultiva de Guatemala se enmarca en una coyuntura crítica, marcada por la inestabilidad política y electoral en la región. La transparencia, la rendición de cuentas, el acceso a la información y la independencia del poder judicial se convierten en baluartes imprescindibles para la supervivencia de la democracia. Los tribunales electorales, con su imperium para hacer cumplir sus decisiones, emergen como guardianes de la legitimidad del proceso electoral. Jueces y juezas, en su rol de garantes del orden constitucional, tienen no solo el derecho, sino la obligación de defender la democracia frente a cualquier intento de socavar sus fundamentos.
Experiencias a nivel nacional, como la de Guatemala, demuestran la importancia vital del Tribunal Electoral para la materialización de los derechos ciudadanos. Sin su intervención, muchas leyes electorales contrarias a los principios democráticos seguirían vigentes. El Sistema Interamericano, a su vez, ha delimitado el alcance de los derechos políticos en el marco de una democracia representativa genuina. Pertenecer a este sistema implica un compromiso jurídico internacional ineludible: respetar los derechos humanos en su totalidad. El acceso a la salud, la educación y la alimentación, derechos fundamentales para una vida digna, solo es posible en un contexto democrático.
La democracia representativa no se agota en la elección de autoridades. Implica la participación activa de todos los sectores de la sociedad, incluyendo aquellos grupos históricamente marginados y silenciados. Solo así se construye una verdadera estabilidad institucional. La Carta Democrática Interamericana, con su precisa definición de los elementos esenciales de la democracia, sirve como guía en este camino. Libertad de expresión, división de poderes, respeto a las instituciones y garantía de los derechos fundamentales son los pilares sobre los que se sustenta un sistema democrático auténtico.
La simulación democrática, bajo el manto de una constitución vigente, no puede ser tolerada. El Sistema Interamericano, a través del control de convencionalidad ejercido por los órganos judiciales internos, ha impactado profundamente en la legislación nacional. El reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas, la implementación de acciones afirmativas para personas con discapacidad y la anulación de elecciones por violencia política son ejemplos tangibles de esta influencia. La democracia paritaria, basada en la igualdad de participación, se erige como un ideal a alcanzar.
La opinión consultiva solicitada por Guatemala brindará criterios esenciales para navegar en la compleja encrucijada de la democracia. Derechos y obligaciones, horizontales y verticales, se entrelazan para crear un ambiente propicio para el ejercicio pleno de todos los derechos fundamentales. El futuro de la democracia en la región depende, en gran medida, de la interpretación que la Corte Interamericana ofrezca en este momento crucial.
Fuente: El Heraldo de México