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17 de abril de 2025 a las 16:20

Coyote Consentido: Depravación tras las rejas

La sombra de la impunidad se cierne pesada sobre los muros del penal El Amate en Chiapas. El macabro hallazgo tras el asesinato de Yudiel Flores, alias "El Coyote Consentido", destapa una cloaca de horror que nos obliga a cuestionar la eficacia de nuestro sistema penitenciario. ¿Cómo es posible que un individuo condenado por producción de pornografía infantil, con una sentencia de 60 años a cuestas, continuara operando su red de depravación desde el interior de su celda? Las investigaciones revelan un escenario escalofriante: Flores mantenía relaciones sexuales con menores de edad dentro del penal, hechos que se registraron en mayo, agosto y septiembre de 2024, e incluso posteriormente. Este dato, por sí solo, es una bofetada a la justicia y un grito desesperado de las víctimas silenciadas.

La declaración del fiscal Jorge Luis Llaven Abarca arroja más leña al fuego de la indignación. La asfixia mecánica por estrangulamiento, descartado el suicidio, apunta hacia una posible venganza por parte de otros internos, presumiblemente padres de los menores abusados. El hallazgo de un teléfono celular en la celda de Flores, con imágenes de contenido sexual infantil, refuerza esta hipótesis y abre una nueva línea de investigación: ¿Quiénes son estos menores? ¿Cómo accedía Flores a ellos? ¿Existía una red de complicidad dentro del penal que facilitaba estos atroces crímenes?

La posibilidad de que los menores sean hijos de otros reclusos es particularmente perturbadora. Imaginen la desesperación de un padre, privado de su libertad, al descubrir que su propio hijo ha sido víctima de abuso dentro de los muros que deberían garantizar su seguridad. Este escenario plantea interrogantes cruciales sobre la vulnerabilidad de los menores dentro del sistema penitenciario y la necesidad urgente de implementar medidas de protección más efectivas.

La mención de "Demon Blue", la red internacional de pornografía infantil de la que Flores era presuntamente uno de los principales proveedores, nos recuerda la dimensión global de este flagelo. La lucha contra la explotación sexual infantil no se limita a nuestras fronteras; requiere una cooperación internacional sólida y una respuesta contundente por parte de las autoridades de todos los países involucrados.

La investigación debe ir más allá de la identificación de los autores materiales del asesinato de Flores. Es imperativo depurar responsabilidades dentro del personal del penal. ¿Hubo negligencia? ¿Complicidad? ¿Omisión? La impunidad no puede ser una opción. Cada funcionario que haya permitido, por acción u omisión, que estos abusos continuaran debe rendir cuentas ante la justicia.

La sombra de Yudiel Flores, "El Coyote Consentido", se extiende más allá de su muerte. Su caso es un síntoma de un mal profundo que corroe nuestro sistema penitenciario y pone en peligro a los más vulnerables. Es un llamado a la acción para fortalecer las instituciones, proteger a las víctimas y garantizar que la justicia, finalmente, prevalezca. No podemos permitir que el horror de El Amate se repita.

Las dos líneas de investigación anunciadas por el fiscal –amenazas de internos y delitos contra menores dentro del penal– son solo el primer paso. Es necesario profundizar en las estructuras de poder dentro de la prisión, desmantelar las redes de corrupción y garantizar que los responsables de estos aberrantes crímenes, sean quienes sean, paguen por sus actos. El caso de Yudiel Flores no puede quedar impune. Es una deuda que tenemos con las víctimas, con la sociedad y con nosotros mismos. Es una oportunidad para transformar el dolor en acción y construir un futuro donde la infancia esté protegida y la justicia sea una realidad para todos.

Fuente: El Heraldo de México