
Inicio > Noticias > Protección de la cultura indígena
17 de abril de 2025 a las 04:45
Bordado de Tijaltepec: Nueva joya cultural de Oaxaca
La sombra del plagio se cierne una vez más sobre la riqueza textil de Oaxaca. San Pablo Tijaltepec, cuna de una tradición de bordado ancestral, ve cómo sus diseños, impregnados de historia y significado, son objeto de la ambición de la industria de la moda. La reciente colección "Crucero 2024" de Dior ha desatado la polémica al incorporar elementos iconográficos sorprendentemente similares a los que, por generaciones, han distinguido a la comunidad mixteca. Este hecho, lejos de ser un caso aislado, se suma a una larga lista de apropiaciones culturales que han puesto en jaque el patrimonio de las comunidades indígenas y afromexicanas.
La indignación resuena en la voz del diputado de Morena, Israel López, quien ha impulsado la declaratoria de la técnica de bordado y los textiles de San Pablo Tijaltepec como patrimonio cultural e inmaterial del estado. Sus palabras ponen el dedo en la llaga: "Dior no trabajó directamente con las artesanas, sino a través de la casa de diseño Rocinante, misma que no pertenece a la comunidad". Esta intermediación, lejos de facilitar un intercambio cultural justo y equitativo, se configura como un eslabón más en la cadena de apropiación, donde el reconocimiento y los beneficios económicos rara vez llegan a las manos que tejen las historias en cada puntada.
La iniciativa del diputado López, presentada en diciembre de 2024, busca blindar la identidad cultural de San Pablo Tijaltepec. No se trata solo de reconocer la belleza de los bordados, sino de proteger el complejo entramado de conocimientos, técnicas y diseños que se transmiten de generación en generación. Es un clamor por el respeto a la propiedad intelectual de una comunidad que ve cómo su legado se convierte en mercancía sin su consentimiento.
La declaratoria de patrimonio cultural material e inmaterial para el atuendo femenino tradicional de San Pablo Tijaltepec, incluyendo la blusa y sus característicos bordados, se erige como un escudo protector frente a la voracidad de la industria de la moda. Es un paso crucial para reivindicar el valor de la artesanía y el derecho de las comunidades a controlar su propia narrativa cultural.
Sin embargo, la lucha no termina aquí. El caso de San Pablo Tijaltepec resuena con el eco de otras denuncias, como la de los artesanos de San Juan Colorado en enero de este año, quienes alzaron la voz contra las empresas estadounidenses J. Marie Collections y Tuckernuck por una presunta apropiación de su tradición textil. Estos episodios nos obligan a reflexionar sobre la necesidad de fortalecer los marcos legales que protegen a las comunidades originarias y afromexicanas. Se requieren mecanismos más efectivos para prevenir la apropiación cultural y garantizar que las marcas que se inspiran en la riqueza cultural de estas comunidades lo hagan de manera ética y respetuosa, reconociendo el valor de su trabajo y compartiendo los beneficios de manera justa. El futuro de la artesanía tradicional depende de nuestra capacidad para construir un sistema donde la creatividad y la herencia cultural se valoren y protejan de manera integral.
Fuente: El Heraldo de México