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17 de abril de 2025 a las 09:10

Alerta: Sarampión regresa

La sombra del sarampión se extiende nuevamente sobre México, un fantasma que creíamos desterrado de nuestro territorio, un eco de un pasado que pensábamos superado. La amarga ironía nos golpea: en 2002 celebramos la erradicación de esta enfermedad en el continente, un logro de la salud pública que representaba décadas de esfuerzo y compromiso. Hoy, en 2024 (de acuerdo al texto proporcionado), nos enfrentamos a un resurgimiento alarmante, con 362 casos y un deceso, cifras que nos obligan a confrontar una realidad incómoda: la fragilidad de nuestros avances frente a la desidia y la negligencia.

El sarampión, una enfermedad altamente contagiosa, se propaga con la facilidad de un susurro en el viento. Tos, estornudos, incluso la simple respiración de una persona infectada, pueden desencadenar una cadena de contagios con consecuencias devastadoras. La Organización Mundial de la Salud (OMS) nos recuerda la gravedad del asunto: fiebre alta, tos persistente, secreción nasal y una erupción cutánea que se extiende por todo el cuerpo son solo los síntomas iniciales. Las complicaciones pueden ser severas, incluso mortales, especialmente para los niños, quienes se convierten en las víctimas más vulnerables de esta enfermedad reemergente.

El descuido en la vacunación durante el sexenio pasado nos ha colocado en una situación precaria. Con una tasa de vacunación cercana al 76%, según la Organización Panamericana de la Salud, estamos lejos del 90% necesario para controlar la propagación del virus. Cada punto porcentual que nos separa de esa meta representa miles de personas expuestas al riesgo, miles de familias que podrían enfrentar la angustia de la enfermedad, la incertidumbre del tratamiento y la posibilidad de una pérdida irreparable.

La magnitud del problema se vuelve aún más evidente al considerar las cifras a nivel mundial. Entre 2000 y 2022, la vacunación evitó 57 millones de muertes por sarampión, una cifra que nos recuerda el poder de la prevención. Sin embargo, el relajamiento en las políticas de vacunación ha tenido consecuencias devastadoras: entre 2021 y 2022, las muertes por sarampión aumentaron un 43%, un dato que debería resonar como una alarma en la conciencia de todos.

El llamado del Dr. David Kershenobich, secretario de Salud, a retomar el esquema completo de vacunación, es un paso en la dirección correcta, pero no es suficiente. El rezago acumulado durante años requiere un esfuerzo titánico, una movilización nacional que involucre a todos los sectores de la sociedad. La Semana Nacional de Vacunación, del 26 de abril al 3 de mayo, se convierte en una oportunidad crucial para revertir esta tendencia, para proteger a nuestros niños y construir un futuro más seguro para todos.

No podemos permitir que la desidia y la incompetencia del pasado comprometan el bienestar de las futuras generaciones. La vacunación no es una opción, es una responsabilidad, un acto de solidaridad que nos protege a todos. Es imperativo que cada niño, cada adolescente, cada adulto complete su esquema de vacunación, incluyendo la vacuna contra el sarampión. La salud de nuestro país, la vida de nuestros hijos, depende de ello.

El debate sobre la responsabilidad de esta crisis nos lleva a cuestionar las prioridades de quienes nos gobiernan. ¿Qué es más grave, la negación de la ciencia, como la que promueve Joe Kennedy, secretario de Salud de los EEUU, o el desvío de recursos destinados a la salud hacia proyectos faraónicos como el Tren Maya? Ambas posturas son reprobables, ambas representan una traición a la confianza depositada en quienes tienen la obligación de velar por el bienestar del pueblo.

La reaparición del sarampión es un llamado a la reflexión, una oportunidad para corregir el rumbo y construir un México donde la salud sea un derecho garantizado para todos, no un privilegio reservado para unos pocos. La vacunación es la clave, la herramienta que nos permitirá erradicar de nuevo esta enfermedad y construir un futuro más saludable para las generaciones venideras. Es tiempo de actuar, de exigir y de comprometernos con la salud de todos.

Fuente: El Heraldo de México