18 de abril de 2025 a las 02:05
Alegres del Barranco: ¿Música o Delito?
La sombra del narcotráfico se cierne una vez más sobre el mundo del espectáculo. Lo que comenzó como una noche de música y fiesta en el emblemático Auditorio Telmex de Zapopan, ha desembocado en una investigación judicial que pone en el ojo del huracán a Los Alegres del Barranco, la agrupación originaria de Badiraguato, Sinaloa, cuna de no pocos nombres ligados al mundo del crimen organizado. Las imágenes proyectadas durante su presentación, mostrando el rostro del infame Nemesio Oseguera Cervantes, alias "El Mencho", líder del Cartel Jalisco Nueva Generación, han desatado una polémica que trasciende las fronteras del entretenimiento.
La Fiscalía General del Estado de Jalisco, actuando con la celeridad que el caso amerita, ha citado a declarar a los integrantes de la banda y a su promotor, bajo la sospecha de apología del delito. Un delito que, si bien no se compara con las actividades criminales a las que se hace referencia, sí contribuye a normalizar y hasta glorificar la figura de un personaje acusado de crímenes atroces. Imaginemos el impacto en la juventud, expuesta a este tipo de mensajes que romantizan la violencia y el poder del narco. ¿Qué futuro nos espera si permitimos que la música, un arte tan poderoso, se convierta en un vehículo para la propagación de la cultura del narco?
La comparecencia de los músicos y su representante ante la Vicefiscalía en Investigación Especializada de Concertación Social, lejos de aclarar la situación, parece haberla complicado aún más. Su silencio, amparados en el derecho a no declarar en su contra, deja un manto de dudas sobre sus intenciones. ¿Fue un acto deliberado de provocación? ¿Un descuido imperdonable? ¿O acaso una muestra de la presión que ejercen estos grupos criminales sobre el mundo del espectáculo? Las interrogantes se multiplican, mientras la justicia intenta desentrañar la verdad.
El artículo 142 del Código Penal para el Estado de Jalisco es claro: la apología del delito se castiga con prisión. Y aunque la pena pueda parecer leve en comparación con otros delitos, no debemos subestimar su importancia. Se trata de un mensaje a la sociedad, una señal de que no se tolerará la glorificación de la violencia, venga de donde venga. Es un llamado a la responsabilidad, no solo de los artistas, sino también de los promotores, los empresarios y todos aquellos que forman parte de la industria del entretenimiento.
La investigación continúa, y el futuro de Los Alegres del Barranco pende de un hilo. Más allá del resultado del proceso judicial, este caso nos invita a reflexionar sobre la influencia del narcotráfico en nuestra cultura, y sobre la necesidad de construir un futuro donde la música sea un instrumento de paz y no de violencia. Un futuro donde los jóvenes encuentren en los escenarios ejemplos a seguir, y no modelos de conducta que los conduzcan por el sendero del crimen. El silencio de los acusados, por ahora, solo amplifica el eco de la polémica. Esperemos que la justicia, con su voz firme e imparcial, pronto nos dé las respuestas que buscamos.
Fuente: El Heraldo de México