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16 de abril de 2025 a las 05:35

Tragedia helada: Crioterapia mortal

La tragedia ocurrida en un gimnasio parisino el pasado lunes 14 de abril nos obliga a reflexionar sobre la seguridad en torno a las nuevas tendencias en bienestar y salud. La muerte de una joven empleada de 29 años y la grave hospitalización de una clienta de 34, tras una aparente fuga de nitrógeno en una cabina de crioterapia, encienden las alarmas sobre la necesidad de una regulación más estricta en torno a estas prácticas. Si bien la crioterapia ha ganado popularidad en los últimos años, especialmente entre deportistas de élite que buscan una recuperación rápida tras intensas jornadas de entrenamiento, la falta de un marco regulatorio claro en Francia deja un vacío legal que puede poner en riesgo la salud e incluso la vida de quienes se someten a estos tratamientos.

El nitrógeno, un gas inerte que compone la mayor parte de la atmósfera que respiramos, se convierte en un peligro silencioso cuando se manipula en entornos cerrados sin las debidas precauciones. Al desplazar el oxígeno, el nitrógeno puede provocar asfixia en cuestión de minutos, tal como se sospecha ocurrió en este lamentable incidente. La investigación en curso, que incluye una autopsia y análisis toxicológicos, deberá determinar con exactitud la causa del fallecimiento de la empleada y el grave estado de la clienta. Sin embargo, el hecho de que la cabina de crioterapia hubiera sido reparada el mismo día del accidente plantea interrogantes sobre si un fallo en dicho proceso pudo contribuir a la tragedia.

La crioterapia, también conocida como terapia de frío, se basa en la exposición del cuerpo a temperaturas extremadamente bajas, entre -110°C y -160°C, durante periodos muy cortos, generalmente no superiores a tres minutos. Se busca provocar una vasoconstricción seguida de una vasodilatación, lo que teóricamente estimula la circulación sanguínea, reduce la inflamación y alivia el dolor muscular. Sus defensores la promueven como una herramienta eficaz para la recuperación deportiva, el tratamiento de enfermedades inflamatorias como la artritis, el alivio del dolor crónico e incluso como un tratamiento estético para tonificar la piel y reducir la celulitis.

Sin embargo, a pesar de su creciente popularidad y las promesas de beneficios, la comunidad científica aún debate la eficacia real de la crioterapia y la evidencia científica que respalda sus supuestos beneficios. Además, la falta de una regulación específica en países como Francia, deja la puerta abierta a la improvisación y a la falta de control sobre la calidad y seguridad de los equipos utilizados, la formación del personal que los opera y los protocolos de seguridad que se implementan. Este trágico suceso en París pone de manifiesto la urgencia de establecer normas claras que garanticen la seguridad de quienes recurren a estas terapias, protegiendo la salud de los usuarios y evitando futuros accidentes.

Es fundamental que las autoridades sanitarias tomen medidas para regular la crioterapia, estableciendo estándares mínimos de seguridad, protocolos de actuación en caso de emergencia y exigiendo la formación adecuada del personal encargado de operar estos equipos. Asimismo, es importante que los usuarios se informen adecuadamente sobre los riesgos potenciales de la crioterapia y se aseguren de que el centro al que acuden cumple con todas las normas de seguridad. La búsqueda del bienestar no debe poner en riesgo la salud, y la tragedia de París nos recuerda la importancia de la prudencia y la regulación en un sector en constante crecimiento.

Fuente: El Heraldo de México