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16 de abril de 2025 a las 03:50
Sorprende a tu date en esta cantina clásica de Azcapotzalco
Sumérjanse en un viaje a través del tiempo, al corazón mismo de la tradición cantinera en la Ciudad de México. Imaginen un Azcapotzalco de principios del siglo XX, un hervidero de comercio y cultura donde un intrépido comerciante italiano decidió plantar bandera y abrir las puertas de un establecimiento que, sin saberlo, se convertiría en leyenda: el Dux de Venecia. Mucho más que una simple cantina, el Dux es un testigo silencioso de la historia, un espacio que ha visto desfilar generaciones entre sus mesas de madera y que ha absorbido los ecos de incontables conversaciones, risas y brindis.
Desde sus humildes inicios como tienda de abarrotes, ofreciendo desde latería europea hasta productos locales, el Dux supo adaptarse a los vaivenes del tiempo. La Revolución Mexicana, un capítulo crucial en la historia del país, marcó también un punto de inflexión para este establecimiento. Con la partida de sus fundadores de regreso a Italia, el joven Enrique Escandón tomó las riendas y, con visión emprendedora, transformó la tienda en un punto de encuentro, colocando mesas en el exterior e invitando a los transeúntes a disfrutar de una bebida y una modesta botana.
Así, el Dux de Venecia comenzó a forjar su identidad como cantina, un refugio para los hombres que buscaban relajarse tras una ardua jornada de trabajo, un espacio donde compartir ideas, debatir sobre política y, por supuesto, disfrutar de la camaradería y el buen beber. Durante décadas, sus puertas permanecieron abiertas exclusivamente para el público masculino, un reflejo de las costumbres de la época. No fue sino hasta 1982, en un gesto de modernidad y apertura, que las mujeres fueron recibidas con los brazos abiertos, marcando un nuevo capítulo en la historia de este icónico lugar.
La llegada de las mujeres no solo significó un cambio social, sino también una transformación en la propia esencia del Dux. Se incorporaron nuevos platillos al menú, se refinaron las bebidas y, por supuesto, se instalaron baños para damas. Sin embargo, a pesar de las modificaciones, el Dux ha sabido conservar su encanto original, ese aire añejo que nos transporta a épocas pasadas.
Hoy en día, el Dux de Venecia ofrece una experiencia gastronómica única, una fusión de sabores tradicionales y contemporáneos. Desde los clásicos caracoles en mole, la reconfortante Fabada Asturiana y el vigorizante Caldo de Oso, hasta el imperdible Pozole, cada platillo es una oda a la cocina mexicana. Y qué decir de las tortas de cantina, un verdadero manjar que no puede faltar en la mesa.
La carta de bebidas es igualmente atractiva, con opciones para todos los gustos. Desde la refrescante Cuba, hasta creaciones propias como "El Limón", una mezcla a base de vodka y limones ideal para combatir el calor. Y para aquellos que buscan remedio a los excesos de la noche anterior, "La Prodigiosa", una bebida a base de hierbas, promete obrar milagros.
Visitar el Dux de Venecia es mucho más que una simple salida a comer o beber. Es una experiencia sensorial que nos conecta con la historia y la tradición de la Ciudad de México. Ya sea para una cita romántica, una reunión con amigos o simplemente para disfrutar de un momento de soledad y reflexión, el Dux ofrece un ambiente único e inolvidable.
Encontrar este tesoro escondido es sencillo. Ubicado a pocas calles del centro de Azcapotzalco, en la Avenida Azcapotzalco 586A, el Dux de Venecia los espera con las puertas abiertas de lunes a sábado de 11:00 a 22:30 horas, y los domingos de 11:00 a 18:00 horas. Si llegan en metro, la estación Camarones es la más cercana. Desde ahí, un breve paseo hacia el centro de Azcapotzalco los guiará hasta este emblemático lugar, una parada obligada para quienes buscan descubrir la verdadera alma de la Ciudad de México. No se pierdan la oportunidad de vivir la experiencia Dux de Venecia, un viaje en el tiempo que despertará sus sentidos y les dejará un recuerdo imborrable.
Fuente: El Heraldo de México