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16 de abril de 2025 a las 14:15
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En México, nos encontramos en la antesala de una profunda transformación de nuestro sistema de justicia, una transformación que promete ser tan significativa que podríamos hablar del nacimiento de un nuevo constitucionalismo. Este cambio se cimenta en dos pilares fundamentales: la reforma judicial y la reforma sobre los derechos de los pueblos indígenas y afromexicanos. Ambas, en conjunto, dibujan un horizonte de justicia más inclusiva, cercana y respetuosa de la pluralidad que caracteriza a nuestra nación.
La reforma judicial pone el poder en manos del pueblo, otorgándole la facultad de elegir a los juzgadores que impartirán justicia. Ya no serán figuras distantes e inaccesibles, sino personas comprometidas con la realidad de las comunidades, capaces de comprender sus aspiraciones e intereses y, fundamentalmente, de comunicarse en un lenguaje claro y accesible para todos. Imaginemos un sistema donde la justicia deje de ser un laberinto de tecnicismos y se convierta en una herramienta real al servicio de la ciudadanía.
Por otro lado, la reforma indígena y afromexicana consagra en la Constitución principios y derechos colectivos que reconocen a los pueblos y comunidades indígenas como sujetos de derecho público. Este reconocimiento histórico tiene implicaciones profundas para el sistema de justicia, pues los nuevos juzgadores estarán obligados a respetar y garantizar estos derechos. Se trata de un paso fundamental para saldar una deuda histórica y construir un futuro basado en el respeto y la igualdad.
Además, la inclusión de derechos sociales como la pensión para adultos mayores, las becas para estudiantes, la protección del maíz nativo y la igualdad sustantiva de las mujeres en la Constitución, imprime un carácter social al sistema de justicia. Este nuevo perfil social es crucial para combatir la desigualdad, la exclusión y el clasismo que aún persisten en nuestro país. La justicia debe ser un instrumento para nivelar el terreno de juego y garantizar que todos los mexicanos tengan las mismas oportunidades.
En el contexto del actual proceso electoral, no solo se elegirán nuevos juzgadores, sino que se definirá el rumbo de nuestro sistema de justicia. Es una oportunidad única para consolidar los avances logrados y construir un sistema más justo e igualitario. El reconocimiento de los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanos como sujetos de derecho público, con personalidad jurídica y patrimonio propio, es un acto de justicia histórica que busca resarcir los agravios sufridos desde la época colonial. Este reconocimiento implica que, finalmente, se les tratará como colectividades con plena capacidad de reflexión, análisis y toma de decisiones en los asuntos que les conciernen, y no como sujetos de asistencia o tutela.
La libre determinación y autonomía de estos pueblos adquiere una nueva dimensión con este reconocimiento. Al igual que los otros órdenes de gobierno, las comunidades y pueblos indígenas tendrán autonomía para ejercer sus funciones. Esto plantea un desafío para los nuevos juzgadores, en particular para la Suprema Corte de Justicia de la Nación, quienes deberán encontrar mecanismos para armonizar la coexistencia de todos los órdenes de gobierno, respetando la autonomía y las particularidades de cada uno.
El principio constitucional de pluriculturalidad, fortalecido por el principio de "unidad en la diversidad", exige una nueva interpretación de toda la Constitución. Todos los ámbitos de la vida nacional, desde la justicia hasta el desarrollo, pasando por la democracia y el gobierno, deben adaptarse a la especificidad cultural de los pueblos indígenas y afromexicanos. Imaginemos una justicia pluricultural, un desarrollo que incorpore la visión de los pueblos originarios y un gobierno capaz de abrazar la diversidad cultural en todos sus niveles.
En definitiva, la paz y el bienestar de nuestro país dependen de las decisiones que tomemos en este proceso. La construcción de una justicia real y verdadera, que reconozca y respete la pluralidad de nuestra nación, es el camino hacia un futuro más justo y equitativo para todos. El momento de elegir es ahora.
Fuente: El Heraldo de México