Logo
NOTICIAS
play VIDEOS

Inicio > Noticias > Política

16 de abril de 2025 a las 09:20

Nuevo rumbo para Ecuador

El eco de las palabras de Daniel Noboa, "soy un pro Ecuador", resuena aún con fuerza tras una jornada electoral que, si bien se desarrolló en suelo ecuatoriano, refleja la tensa dinámica política que se vive en gran parte de Latinoamérica. Es un escenario, lamentablemente familiar, de reclamos de fraude, acusaciones de corrupción y la sombra de figuras políticas del pasado que se cierne sobre el presente. Desde los albores del siglo XXI, con el auge del bloque bolivariano liderado por figuras como Chávez, Morales, Fernández y, en el caso de Ecuador, Rafael Correa, la región ha sido testigo de un ciclo recurrente de polarización y confrontación.

El juicio por corrupción que enfrenta Correa desde su refugio en Bélgica, marca un punto de inflexión en la historia política ecuatoriana y se convierte en un telón de fondo inevitable para analizar el triunfo contundente de Noboa. Un 55% frente a un 44% no deja lugar a dudas, y la Misión de Observación Electoral de la OEA ha validado la transparencia del proceso. Sin embargo, la sombra del "correísmo" persiste, y los resultados electorales demuestran que el movimiento aún no logra desvincularse de la figura de su líder, de las acusaciones de corrupción y de la resistencia a aceptar la voluntad popular expresada en las urnas.

Luisa González, a pesar de su destacable actuación en la primera vuelta, sucumbió ante la presión del balotaje. Su reacción, recurriendo a la denuncia de fraude y a la atribución de la derrota al "neoliberalismo" o al "conservadurismo", refleja una tendencia común en la izquierda latinoamericana ante la adversidad electoral. En contraste, la figura de Daniel Noboa emerge con una sensatez y estabilidad que tranquiliza a una ciudadanía ecuatoriana hastiada de la violencia, la recesión económica y la inestabilidad política. Su discurso, al proclamarse vencedor, fue contundente pero a la vez conciliador. "Ecuador está cambiando", afirmó, y sus palabras resonaron como un bálsamo para un país que anhela la paz y la prosperidad.

El ascenso de Noboa a la presidencia, tras las elecciones anticipadas convocadas en octubre de 2023 a raíz de la destitución de Lasso por acusaciones de corrupción, marca un nuevo capítulo en la historia del país. A sus 37 años, el hijo del hombre más rico de Ecuador, asume el liderazgo con la promesa de abordar con firmeza los problemas de seguridad que aquejan a la nación. El aumento de la influencia de los cárteles del narcotráfico, el incremento de la tasa de homicidios, la llegada masiva de inmigrantes venezolanos y la promesa de una "mano dura" para enfrentar estos desafíos, fueron factores clave para que la sociedad ecuatoriana depositara su confianza en él hasta el 2029. En el otro lado de la balanza, la cercanía de Luisa González con Rafael Correa terminó siendo un lastre para su candidatura, un vínculo que incluso figuras correístas como Pabel Cortés, alcalde de Quito, reconocieron al aceptar los resultados electorales y distanciarse del líder de la Revolución Ciudadana.

Las elecciones en Ecuador, más allá de su contexto particular, reflejan tendencias globales en cuanto a los perfiles de liderazgo y ponen en evidencia, una vez más, la falibilidad de las encuestas. El error en los pronósticos, tanto en la primera vuelta como en el balotaje, nos recuerda la volatilidad del escenario político actual. Ahora, con un periodo completo por delante, Daniel Noboa tiene la oportunidad de demostrar su capacidad para liderar el cambio que Ecuador necesita. El reto es enorme: evitar errores diplomáticos, garantizar el suministro eléctrico, no caer en la tentación de imitar las políticas extremas de Bukele y evitar el populismo al estilo Trump. El futuro de Ecuador está en sus manos.

Fuente: El Heraldo de México