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16 de abril de 2025 a las 09:25

México & Canadá vs. Trump: ¿Doblegados o Firmes?

La imposición de aranceles por parte de Donald Trump, incluso antes de su segundo mandato presidencial, ha generado un terremoto en las relaciones comerciales de Norteamérica. La amenaza inicial del 25% a las importaciones mexicanas y canadienses, bajo el pretexto de la migración ilegal y el tráfico de fentanilo, evidenció una estrategia de división y confrontación. Mientras México se enfocaba en los costos económicos regionales de tal medida, Canadá, bajo el liderazgo de Justin Trudeau, optó por una estrategia de acercamiento directo con Trump, resaltando las diferencias entre la frontera canadiense y la mexicana. Esta decisión se vio influenciada por las presiones internas de Ontario y Alberta, provincias que abogaban por un acuerdo bilateral excluyendo a México, argumentando la competencia desleal de China a través del territorio mexicano.

La posterior activación de los aranceles generalizados, aunque efímera, desató una nueva crisis, esta vez entre Canadá y su propio gobierno. La respuesta de Trudeau con aranceles de retorsión, escalables según la persistencia de la guerra comercial, y la amenaza de Ontario de sobreprecios a la exportación de electricidad a Estados Unidos, contrastan con la efímera celebración en México, liderada por Claudia Sheinbaum, que interpretó la revocación inicial como una victoria. Sin embargo, la alegría duró poco. La imposición del 25% a las importaciones de acero y aluminio, materiales clave para ambos vecinos, reavivó las tensiones. Canadá, a través de su Ministra de Relaciones Exteriores, Mélanie Joly, buscó una coalición internacional, incluyendo a México, para una respuesta conjunta. La Unión Europea anunció represalias, y Trump respondió con la amenaza de homologar aranceles a países con gravámenes superiores a los estadounidenses. México, en una posición más cautelosa, esperó para anunciar su respuesta.

Las justificaciones de Trump, desde la seguridad nacional hasta la reducción de déficits comerciales, enmascaran su objetivo real: concesiones unilaterales, explotando la vulnerabilidad de cada país. El desafío para México y Canadá es renegociar los términos comerciales establecidos por el TLCAN y continuados en el T-MEC. Trump, con su visión de "América Primero", busca una fortaleza norteamericana cerrada a la competencia, no solo de China, sino también de la Unión Europea, a la que considera perjudicial para la economía estadounidense.

La suspensión temporal de los aranceles generalizados para productos que cumplen con las reglas de origen del T-MEC no elimina la amenaza. El sector automotriz mexicano, por ejemplo, enfrenta dificultades para cumplir con estas exigencias, dejando un porcentaje significativo de sus exportaciones vulnerable al arancel del 25%. La posible generalización de esta medida, o su aplicación a sectores estratégicos como baterías, microprocesadores e insumos para la electromovilidad, podría desplazar a proveedores europeos, chinos y asiáticos del mercado norteamericano.

México, a pesar de ser el socio más vulnerable, no debe aislarse. La colaboración con Canadá y la Unión Europea es crucial para enfrentar la estrategia de Trump. Mantener la comunicación con el nuevo ministro canadiense, Mark Carney, y aprovechar la coyuntura para defender una arquitectura comercial justa y equitativa, más allá de los caprichos de un solo país, es fundamental. La respuesta de México, si bien cautelosa, debe ser firme y coordinada, buscando un frente común que proteja los intereses de la región frente a las presiones unilaterales.

Fuente: El Heraldo de México