16 de abril de 2025 a las 20:55
La Arrogancia del Feminicida
La muerte de Miguel “N” en el Reclusorio Oriente ha dejado un torbellino de interrogantes y una sensación agria de justicia inconclusa. El presunto feminicida serial, cuya soberbia resonaba entre los muros de la prisión, falleció aparentemente por un paro cardiorrespiratorio, un final abrupto que contrasta con la larga y tortuosa espera de justicia que aguardaban las familias de sus víctimas. Si bien las autoridades penitenciarias descartan la posibilidad de suicidio o agresión, la sombra de la duda se cierne sobre las circunstancias de su deceso. ¿Fue realmente una muerte natural o hubo algún factor que contribuyó a su repentino fallecimiento? La falta de transparencia en torno a este evento solo alimenta la desconfianza y la indignación.
La abogada Eréndali Trujillo, representante legal de las últimas víctimas de Miguel “N”, ha arrojado luz sobre la compleja personalidad del recluso. Sus declaraciones pintan el retrato de un hombre ensimismado, obsesionado con la fama y ajeno al remordimiento. Las llamadas telefónicas que realizó a los familiares de sus víctimas, en las que fríamente afirmaba no arrepentirse de sus actos, son una muestra escalofriante de su perversidad. Esta falta de empatía, sumada a su carácter altivo y distante, generaba un ambiente de tensión palpable dentro del Reclusorio Oriente. Los demás internos, conscientes de la naturaleza de sus crímenes, lo mantenían a distancia, creando un aislamiento que, paradójicamente, parecía alimentar su narcisismo.
La revelación de que Miguel “N” dedicaba su tiempo en prisión a la lectura añade una capa adicional de complejidad a su perfil psicológico. ¿Qué tipo de libros consumía este hombre? ¿Buscaba justificación para sus actos en la literatura? ¿O acaso se trataba de una simple forma de evadir la realidad y alimentar sus fantasías de grandeza? Las autoridades deberían profundizar en este aspecto, analizando sus lecturas para comprender mejor la mente de un criminal tan perturbador.
La solicitud de Eréndali Trujillo para trasladar a Miguel “N” a un penal de máxima seguridad pone de manifiesto las deficiencias del sistema penitenciario actual. Si bien el recluso no mostraba tendencias suicidas ni agresivas hacia otros internos, su perfil psicológico requería una vigilancia más estricta. La falta de cámaras, el contacto con la población general y la facilidad para realizar llamadas telefónicas representaban un riesgo potencial. El caso de Miguel “N” debe servir como un llamado de atención para fortalecer la seguridad en los centros penitenciarios y garantizar que los criminales de alta peligrosidad sean custodiados de manera adecuada.
El descubrimiento de restos humanos e identificaciones de mujeres desaparecidas en el departamento de Miguel “N” confirma la magnitud de sus crímenes y la necesidad de una investigación exhaustiva. Es crucial que las autoridades continúen recabando evidencias y testimonios para esclarecer todos los detalles de este caso y brindar justicia a las víctimas y sus familias. La muerte de Miguel “N” no debe significar el fin de la búsqueda de la verdad. Es imperativo que se siga indagando para identificar a todas sus víctimas y determinar si contó con la complicidad de otras personas. Solo así se podrá cerrar este capítulo oscuro y comenzar el proceso de sanación para una sociedad conmocionada por la brutalidad de sus actos.
Fuente: El Heraldo de México