¡Increíble pero cierto! Un eco de notas equivocadas resonó en el mítico Villa Park, dejando a miles de aficionados, incluyendo a la realeza, con la ceja arqueada y una sonrisa incrédula. En un desliz digno de una comedia de enredos, el himno de la Europa League, cual fantasma del pasado futbolístico del Aston Villa, se coló en la ceremonia previa al crucial encuentro de Champions contra el París Saint-Germain. Imaginen la escena: la tensión previa al partido, la expectativa palpable en el aire, el Príncipe Guillermo expectante en la tribuna… y de repente, ¡la melodía incorrecta! Un fallo técnico, un error humano, un momento surrealista que quedará grabado en los anales de la competición. ¿Se imaginan la cara de los jugadores? ¿La confusión momentánea? ¿Las risas contenidas? Lo cierto es que el himno erróneo sonó completo, sin interrupciones, como un invitado inesperado que se niega a abandonar la fiesta. Un gazapo épico que, sin duda, alimentará las anécdotas y las conversaciones de los aficionados por mucho tiempo. Un recordatorio de que incluso en el escenario más grandioso del fútbol, el factor humano, con sus imperfecciones y sus momentos de despiste, siempre está presente.

Mientras tanto, en el terreno de juego, la batalla futbolística se libraba con la misma intensidad que la confusión generada por el himno equivocado. El París Saint-Germain, con el sudor en la frente y la presión de un Villa Park rugiente, logró una agónica clasificación. A pesar de caer derrotados por 3 a 2, el resultado de la ida (3-1 a favor de los parisinos) les permitió avanzar en la competición. Una victoria con sabor a derrota, un pase a la siguiente fase teñido de sufrimiento. Un reflejo de la imprevisibilidad del fútbol, donde no siempre el mejor juego se traduce en el marcador final.

En otro escenario, el imponente Camp Nou, el Barcelona vio truncada su impresionante racha de imbatibilidad. El Borussia Dortmund, con una actuación memorable, asestó un golpe de autoridad al vencer por 3 a 1 al conjunto culé. Sin embargo, la amplia ventaja obtenida en el partido de ida (4-0 para el Barcelona) permitió a los catalanes asegurar su pase a la siguiente ronda. Una derrota que sirve de llamada de atención, un recordatorio de que la complacencia puede ser un enemigo peligroso, incluso para los equipos más fuertes. La Champions, una vez más, demostró ser un torneo implacable donde cualquier descuido se paga caro. La competición avanza, dejando a su paso una estela de emociones, sorpresas y, por qué no, anécdotas insólitas como la del himno equivocado en Villa Park. Un episodio que, sin duda, recordaremos con una sonrisa.