
16 de abril de 2025 a las 09:25
¿El diablo candidato?
El episodio de Mario Vargas Llosa en la arena política peruana de 1990 sirve como un caso de estudio fascinante sobre la brutalidad y las trampas que a menudo caracterizan las campañas electorales. Más allá del resultado final, la experiencia vivida por el novelista, narrada con detalle por su hijo Alvaro en "El diablo en campaña", nos ofrece una visión privilegiada del lado oscuro de la política, un escenario donde la verdad se distorsiona y las ideas se sacrifican en el altar de la ambición.
La anécdota de Octavio Paz, instando a Vargas Llosa a perder las elecciones para "recuperarlo", revela una premonición inquietante sobre el costo personal que implica la lucha por el poder. Es una advertencia sobre la transformación que sufre el individuo al adentrarse en un sistema diseñado para desgastar, corromper y, en última instancia, devorar a aquellos que se atreven a desafiarlo.
Las tácticas de desprestigio empleadas contra Vargas Llosa, desde las más burdas hasta las más sofisticadas, ilustran la maquinaria de la difamación en plena acción. La lectura pública de fragmentos de "El elogio de la madrastra" en horario prime, manipulando el contenido de la obra para presentarla como obscena y escandalosa, demuestra la facilidad con la que se puede manipular la opinión pública mediante la descontextualización y la tergiversación. Este ejemplo, junto con otros descritos en el libro, nos alerta sobre la importancia del pensamiento crítico y la necesidad de contrastar la información que recibimos, especialmente en tiempos de campañas electorales.
La ingenuidad inicial del equipo de Vargas Llosa, reflejada en la frase recurrente "Estamos arriba en las encuestas", subraya la desconexión que puede existir entre la percepción interna de una campaña y la realidad del electorado. El espejismo de la victoria, alimentado por las encuestas y el optimismo desmedido, los cegó ante las estrategias de sus oponentes y les impidió reaccionar con eficacia a la ola de desinformación que se cernía sobre ellos.
La figura del escritor, acostumbrado a controlar la narrativa en sus obras, se ve despojada de su pluma y se convierte en un personaje secundario en una historia escrita por sus enemigos. La campaña, concebida como una cruzada pedagógica para difundir ideas liberales, se transforma en una batalla campal donde la razón se pierde en el ruido y la furia de los ataques personales.
El regreso de Vargas Llosa a su escritorio, tras la derrota, se presenta como una especie de redención. Las palabras de su hijo Gonzalo, dándole la bienvenida al "lugar donde siempre perteneció", sugieren que la verdadera victoria del escritor no reside en el poder político, sino en su capacidad de crear, de reflexionar y de contribuir al progreso de la humanidad a través de la literatura. La derrota electoral se convierte así en un triunfo personal, una liberación del fango de la política que le permite retomar su verdadera vocación.
El testimonio de Alvaro Vargas Llosa en "El diablo en campaña" es una lectura obligada para quienes se interesan por la política, no solo en Perú, sino en cualquier parte del mundo. Es un recordatorio de los peligros que acechan en la búsqueda del poder y una invitación a reflexionar sobre la importancia de la ética, la transparencia y el respeto a la verdad en la vida pública. Es, en definitiva, una lección sobre cómo la política puede corromper incluso las mejores intenciones y cómo, a veces, la verdadera victoria reside en la capacidad de resistir a sus tentaciones.
Fuente: El Heraldo de México