
16 de abril de 2025 a las 05:00
¡Alerta! Intento de secuestro de niño en supermercado
La pesadilla de Mahendra Patel comenzó en un pasillo de supermercado, entre analgésicos y el trajín cotidiano de las compras. Un mes después, la imagen del hombre de 56 años tras las rejas, acusado de intento de secuestro, contrasta drásticamente con la narrativa que emerge de las frías y objetivas lentes de las cámaras de seguridad. Lo que inicialmente se pintó como un acto vil de un presunto secuestrador, ahora se desdibuja, revelando una historia con matices inesperados, donde la presunción de inocencia se tambalea ante la fragilidad de un testimonio.
El video, pieza clave en la defensa de Patel, reconstruye los hechos con una claridad implacable. No hay forcejeo, no hay manos ávidas intentando arrebatar un niño. Se observa a un hombre mayor, con la serenidad que dan los años, acercándose a Caroline Miller, quien se desplazaba en un scooter motorizado con sus dos pequeños. La interacción es breve, casi trivial. Patel pregunta por un medicamento, Miller señala la dirección, y el hombre se inclina, un gesto que la defensa interpreta como un acto de precaución para evitar que el niño, sentado en el regazo de su madre, se cayera. Luego, Patel se aleja tranquilamente, siguiendo las indicaciones recibidas. ¿Dónde está el intento de secuestro? ¿Dónde la agresión que justificaría un mes de prisión?
La versión de Miller, la madre que denunció el supuesto intento de secuestro, se agrieta ante la evidencia visual. Su relato, cargado de angustia y temor, describe un escenario radicalmente distinto: un hombre que se abalanza sobre su hijo de dos años, intentando arrancarlo de sus brazos. Un forcejeo, una lucha por proteger a su pequeño. Sin embargo, las imágenes desmienten esta narrativa. La discrepancia entre el testimonio y la grabación plantea interrogantes cruciales. ¿Se trató de una mala interpretación? ¿Una exageración impulsada por el instinto maternal? ¿O hay algo más detrás de esta historia?
La abogada de Patel, Ashleigh Merchant, no duda en calificar el caso como una injusticia flagrante. “Se ha criminalizado un acto de simple cortesía”, declara con vehemencia. “Mi cliente, un hombre de bien, se preocupó por la seguridad del niño y ahora se encuentra pagando un precio desproporcionado”. La defensa argumenta que el caso pone de manifiesto los peligros de la interpretación subjetiva y la rapidez con la que se puede condenar a una persona sin pruebas contundentes.
El comportamiento de Miller, captado también por las cámaras de seguridad, añade otra capa de complejidad al caso. Se la ve conduciendo el scooter motorizado de manera errática, chocando contra estantes e incluso atropellando accidentalmente el pie de su propia hija. Su justificación de que no es una persona discapacitada y que solo usaba el scooter porque sus hijos querían andar en él, genera más dudas que respuestas. ¿Influyó este comportamiento en la percepción de los hechos? ¿Podría haber malinterpretado la intención de Patel debido a las circunstancias?
El caso de Mahendra Patel se convierte en un espejo que refleja la fragilidad del sistema judicial y la importancia crucial de la evidencia objetiva. Un recordatorio de que la verdad puede ser escurridiza y que las apariencias, a veces, engañan. Mientras Patel espera que se aclare su situación, la historia continúa, dejando un reguero de preguntas sin respuesta y una profunda reflexión sobre la justicia, la verdad y la presunción de inocencia.
Fuente: El Heraldo de México