La tragedia ha teñido de luto el césped de la Unidad Deportiva "Gustavo Vázquez" en Villa de Álvarez, Colima. El eco de la risa de Juanito, de tan solo 12 años, se ha apagado abruptamente, dejando un vacío imposible de llenar en el corazón de sus padres, amigos, compañeros de equipo y toda una comunidad que hoy llora su partida. Esta mañana, el campo que tantas veces vibró con su energía y pasión por el fútbol, se convirtió en el escenario de una desgarradora despedida. Bajo el peso de una inmensa tristeza, familiares, amigos y compañeros se reunieron para dar el último adiós al pequeño gigante zurdo que, con tan solo 12 años, ya había conquistado el corazón de quienes lo conocían.

El recuerdo de su entrega en la cancha, de su alegría contagiosa y su talento innato para el deporte, se entremezclaba con el dolor de una pérdida irreparable. Las palabras de aliento y consuelo se quedaban cortas ante la magnitud del vacío que dejaba su ausencia. Sus compañeros, con los ojos aún enrojecidos por el llanto, recordaban sus gambetas imposibles, su potente disparo con la zurda y la forma en que celebraba cada gol como si fuera el más importante de su vida. "Ahora tenemos una ventaja, porque somos 12 en la cancha", expresó con voz entrecortada uno de sus amigos más cercanos, una frase que resonaba en el silencio como un eco de la esperanza y la unidad que Juanito inspiraba.

La imagen de sus pequeños hombros cargando el féretro durante la vuelta olímpica por el campo quedará grabada para siempre en la memoria de los presentes. Un homenaje improvisado, cargado de simbolismo, que reflejaba el profundo amor y respeto que se había ganado en tan poco tiempo. El emotivo pase del balón, acompañado de globos blancos que ascendían al cielo como una ofrenda, fue el preludio del último gol de Juanito. Un gol simbólico, un gol que trascendía lo terrenal, un gol que resonaba en el silencio como un grito de justicia ante una tragedia que pudo haberse evitado.

Las palabras del entrenador, quien lo recordaba como un jugador excepcional, con un futuro brillante por delante, se mezclaban con la indignación y la impotencia ante las circunstancias que rodearon su muerte. La caída de una portería móvil, un accidente evitable, ha puesto al descubierto el abandono y la falta de mantenimiento en las instalaciones deportivas de Colima. El testimonio del presidente del Club Deportivo Villa de Álvarez, José Lino, es un llamado de atención a las autoridades y a la sociedad en general. No basta con inaugurar espacios deportivos, es necesario garantizar su seguridad y mantenimiento para evitar que tragedias como la de Juanito vuelvan a ocurrir. La revisión de las instalaciones, la identificación de zonas de riesgo y la inversión en mantenimiento son medidas urgentes e imprescindibles para proteger la integridad de los niños y jóvenes que practican deporte en estos espacios. La memoria de Juanito debe servir como un recordatorio constante de la importancia de la prevención y la responsabilidad en la gestión de las instalaciones deportivas. Su último gol debe ser un llamado a la acción, un impulso para que se implementen las medidas necesarias y se garantice la seguridad de todos los niños que sueñan con ser campeones.