El sol besa con ternura las olas del Pacífico, dibujando destellos dorados sobre un mar que ya abraza a los primeros viajeros. Llegan con la ilusión pintada en el rostro, buscando el refugio del sol, el sabor a mar en cada bocado y la magia de atardeceres que se quedarán grabados en la memoria. Mazatlán, la Perla del Pacífico, se viste de fiesta para recibirlos en esta Semana Santa, con los brazos abiertos y el corazón lleno de alegría.

Las calles del puerto palpitan con un ritmo contagioso. El malecón, ese icónico paseo que abraza la costa, se convierte en un río humano donde las risas se entremezclan con el murmullo de las olas. Familias enteras pasean bajo la sombra de las palmeras, mientras que los más jóvenes se aventuran a disfrutar de las refrescantes aguas del océano. El aroma a mariscos frescos, recién sacados del mar, inunda el ambiente, invitando a deleitarse con los sabores auténticos de la cocina sinaloense.

La ocupación hotelera, como un termómetro de la creciente expectativa, ya roza el 83%, y las autoridades turísticas prevén que alcance el 90% durante el punto álgido de la semana, del jueves al domingo. Mireya Sosa Osuna, Secretaria de Turismo estatal, se muestra optimista: "Vamos muy bien", afirma con una sonrisa, resaltando la riqueza y diversidad de la oferta turística mazatleca.

Mazatlán no es solo sol y playa. Es también historia, cultura y entretenimiento. Desde la recién inaugurada Farolesa, que ofrece una vista panorámica impresionante del puerto, hasta el moderno Acuario Mar de Cortés, un viaje fascinante al mundo submarino, pasando por el imponente Observatorio 1873, que nos transporta al pasado con su arquitectura y sus historias, la ciudad ofrece un abanico de posibilidades para todos los gustos.

La gastronomía, por supuesto, juega un papel protagónico. Restaurantes de renombre y pequeños locales con sabor a tradición compiten por conquistar los paladares de los visitantes, con una oferta que va desde los clásicos ceviches y aguachiles, hasta platillos más elaborados que fusionan la cocina regional con toques de vanguardia. Pero más allá de los atractivos turísticos, es la calidez de su gente, la hospitalidad genuina del mazatleco, lo que termina por enamorar a quienes pisan estas tierras.

Y para que la fiesta transcurra en completa armonía, las autoridades han desplegado un importante operativo de seguridad que abarca carreteras y zonas turísticas. La Guardia Nacional, el Ejército Mexicano, la policía estatal y municipal trabajan en coordinación para garantizar la tranquilidad de los visitantes, siguiendo las directrices del gobernador Rubén Rocha Moya.

Así, con un clima privilegiado, servicios turísticos de primer nivel y un ambiente de fiesta que se respira en cada rincón, Mazatlán se prepara para una Semana Santa inolvidable. Una semana de postales perfectas, donde la alegría del turismo se funde con la magia del Pacífico, creando recuerdos que perdurarán mucho después de que las olas hayan dicho adiós al último visitante.