La llegada de la Cuaresma anuncia no solo un periodo de reflexión, sino también el regreso triunfal de un platillo estrella en las mesas mexicanas: las mojarras fritas. Su irresistible sabor y la facilidad de su preparación la convierten en la reina indiscutible de la cocina, especialmente en los días de vigilia. Sin embargo, aunque parezcan sencillas de cocinar, existe un secreto culinario que eleva este platillo a otro nivel, garantizando una textura crujiente y dorada, sin que se quemen ni se adhieran al sartén.

Imaginen una mojarra frita a la perfección, con su piel dorada y crujiente, brillando bajo el sol de una tarde calurosa. Unas gotas de limón, una ensalada fresca y vibrante a su lado… se convierte en un festín para los sentidos, una experiencia culinaria sencilla pero inolvidable. Existen innumerables recetas y variaciones, cada familia atesora la suya propia, transmitida de generación en generación. Pero hoy, desvelaremos el secreto mejor guardado para lograr esa textura crujiente que todos anhelamos.

La clave reside en un ingrediente humilde pero poderoso: la harina de trigo. Este elemento esencial no solo aporta ese dorado perfecto, sino que también actúa como una barrera protectora, impidiendo que la delicada piel del pescado se pegue al sartén. Independientemente de la receta que elijan, el empanizado con harina es un paso fundamental para alcanzar la excelencia en la fritura de las mojarras.

Para un sabor aún más intenso, recomendamos un truco infalible: espolvorear sal de grano sobre las mojarras y dejarlas marinar durante un par de horas. Este proceso no solo realza el sabor natural del pescado, sino que también contribuye a una textura más firme. Después del marinado, cubran las mojarras con harina, asegurándose de que no queden grumos, y sumérjanlas en aceite caliente.

El ajo, otro ingrediente fundamental, juega un papel crucial en la sinfonía de sabores. Pueden marinar las mojarras con ajo picado o añadirlo directamente al aceite caliente para impregnarlo con su aroma inconfundible. El resultado será un platillo aún más fragante y apetitoso. Un consejo importante: laven las mojarras con esmero antes de cocinarlas y tengan precaución al comerlas, ya que las espinas pueden ser traicioneras.

Ahora bien, ¿qué sería de unas mojarras fritas sin el acompañamiento perfecto? El arroz, ya sea blanco o rojo, es el compañero ideal. Para una experiencia culinaria completa, agreguen una ensalada fresca con lechuga, jitomate, cebolla, aguacate y un toque de limón. Y para los amantes del picante, una salsa verde o un pico de gallo serán el broche de oro.

Más allá de una simple receta, las mojarras fritas representan una tradición culinaria, un símbolo de la Cuaresma y un recordatorio de los sabores auténticos de nuestra tierra. Con estos consejos, podrán disfrutar de unas mojarras fritas crujientes, doradas y llenas de sabor, una verdadera delicia para el paladar. Así que, ¡anímense a prepararlas y compartan este secreto con sus seres queridos! No se arrepentirán.