
15 de abril de 2025 a las 15:45
Feminicida de Iztacalco: ¿Suicidio planeado?
La repentina muerte de Miguel N. en el Reclusorio Oriente ha generado una ola de interrogantes y conmoción, especialmente entre las familias de las víctimas que buscaban justicia. El comunicado oficial apunta a un paro cardiorrespiratorio tras una caída en su celda. Sin embargo, la sombra de la duda se cierne sobre este relato, alimentando especulaciones y teorías que van más allá de la versión oficial. ¿Fue realmente un accidente o se trató de un acto premeditado?
La abogada Erandali Trujillo, representante de la familia de María José –la última víctima atribuida a Miguel N.–, ha añadido un elemento crucial a la ecuación. Según sus declaraciones, el presunto feminicida serial se comunicó con la hermana de María José horas antes de su muerte, expresando una escalofriante falta de remordimiento: "No me arrepiento de nada". Esta frase, cargada de una perturbadora frialdad, abre la puerta a la hipótesis de un suicidio planificado. ¿Buscó Miguel N. evadir la justicia y el peso de sus crímenes con un último acto de control sobre su propio destino?
El hecho de que Miguel N. fuera químico de profesión añade otra capa de complejidad al caso. Este conocimiento le habría proporcionado acceso a sustancias que podrían haber facilitado un desenlace fatal. Si bien las autoridades no descartan esta posibilidad, la investigación deberá determinar si existió algún tipo de ingesta de fármacos o sustancias que pudieran haber inducido el paro cardiorrespiratorio.
La incertidumbre que rodea la muerte de Miguel N. deja un sabor amargo en la búsqueda de justicia para las víctimas y sus familias. La posibilidad de que haya eludido la responsabilidad legal por sus actos genera indignación y frustración. Ahora, la tarea de las autoridades es esclarecer las circunstancias que rodean su fallecimiento y determinar, con base en evidencias científicas y periciales, si se trató de un accidente, un suicidio o incluso, si existen otros factores involucrados.
Este caso pone de manifiesto, una vez más, la importancia de fortalecer los protocolos de seguridad y vigilancia dentro de los centros penitenciarios. ¿Cómo pudo Miguel N., un recluso de alta peligrosidad, tener acceso a los medios para, presuntamente, quitarse la vida? Esta pregunta exige una revisión exhaustiva de los procedimientos internos y la implementación de medidas que garanticen la integridad física y psicológica de todos los internos, así como la prevención de situaciones similares en el futuro.
Las familias de las víctimas merecen respuestas. Merecen saber la verdad sobre lo que ocurrió en la celda de Miguel N. La justicia, aunque tardía e incompleta ante su muerte, debe continuar su curso para esclarecer todos los detalles de este complejo y perturbador caso. La sociedad exige transparencia y una investigación exhaustiva que arroje luz sobre las sombras que aún envuelven la muerte del presunto feminicida serial. Solo así se podrá honrar la memoria de las víctimas y ofrecer un mínimo de consuelo a sus seres queridos.
Fuente: El Heraldo de México