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15 de abril de 2025 a las 09:35
Escazú: Tu derecho a un ambiente sano
Más allá de las frías letras de los tratados internacionales, el Acuerdo de Escazú palpita con la vida de las comunidades que defienden su tierra, su agua, su derecho a un ambiente sano. No se trata solo de un documento firmado en un elegante salón, sino del eco de las voces que claman justicia ambiental en los rincones más vulnerables de América Latina y el Caribe. Imaginen a esas comunidades, desde la Patagonia hasta el Amazonas, desde las montañas andinas hasta las costas caribeñas, unidas por un hilo invisible pero poderoso: el anhelo de un futuro donde la naturaleza y el ser humano coexistan en armonía.
Escazú no es una utopía, sino una hoja de ruta, un camino trazado con la tinta de la esperanza y la determinación. Es la promesa de un acceso real a la información, para que las comunidades sepan qué se decide sobre sus recursos, sobre su futuro. Es la garantía de que sus voces serán escuchadas en los procesos de toma de decisiones, que no se les impondrán proyectos que devasten sus territorios y sus modos de vida. Es, sobre todo, la posibilidad de acceder a la justicia cuando sus derechos ambientales son vulnerados, cuando la contaminación envenena sus ríos y la deforestación arrasa sus bosques.
En México, este Acuerdo cobra una relevancia aún mayor. Un país megadiverso, rico en recursos naturales, pero también marcado por la desigualdad y la conflictividad socioambiental. Pensar en Escazú en el contexto mexicano es pensar en las comunidades indígenas que defienden sus territorios ancestrales frente a megaproyectos, en los activistas que luchan contra la contaminación industrial, en los defensores del medio ambiente que, con valentía y a menudo a costa de su propia seguridad, alzan la voz para proteger los ecosistemas que nos dan vida. La implementación efectiva de este Acuerdo en México no es solo una obligación legal, es una necesidad imperiosa para construir un país más justo y sostenible.
La PROFEPA, como institución encargada de la protección del ambiente, tiene un papel crucial en este proceso. Debe ser la punta de lanza en la aplicación de los principios de Escazú, un ejemplo de buenas prácticas para la región. Imaginen a la PROFEPA no solo como un órgano sancionador, sino como un facilitador, un puente entre las comunidades y el Estado, garantizando el acceso a la información, promoviendo la participación ciudadana y asegurando el acceso a la justicia ambiental.
Escazú no es un punto de llegada, sino un punto de partida. Un nuevo paradigma en la gobernanza ambiental, un llamado a la acción para construir un futuro donde el desarrollo no se haga a costa de la naturaleza, donde la justicia ambiental sea una realidad y no una promesa vacía. América Latina, con su riqueza natural y su diversidad cultural, tiene el potencial de liderar este cambio, de ser un faro de esperanza para el mundo. El Acuerdo de Escazú es la herramienta, la oportunidad está en nuestras manos. No la desperdiciemos.
La dimensión internacional de Escazú también es fundamental. No se trata de un acuerdo aislado, sino de un eslabón en la cadena de esfuerzos globales para proteger el planeta. Su enfoque en la justicia intergeneracional, en la cooperación regional y en la construcción de una gobernanza ambiental más inclusiva y transparente, lo convierte en un referente para otras regiones del mundo. Es una muestra de que América Latina y el Caribe no solo son víctimas de la crisis ambiental, sino también protagonistas en la búsqueda de soluciones.
Finalmente, es importante destacar el carácter multidisciplinario del Acuerdo. Para comprender su alcance y su potencial transformador, necesitamos la mirada de las Relaciones Internacionales, para entender su impacto en la geopolítica ambiental; la del Derecho, para analizar su arquitectura jurídica y sus mecanismos de implementación; y la de las ciencias ambientales, para conectar sus principios con la realidad de los ecosistemas y las comunidades. Solo a través de un enfoque integral podremos aprovechar al máximo las oportunidades que nos ofrece Escazú y construir un futuro más justo y sostenible para todos.
Fuente: El Heraldo de México