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15 de abril de 2025 a las 09:10
Domina el arte de escribir
Adentrarse en la vida de Mario Vargas Llosa es sumergirse en un torrente narrativo tan caudaloso como el Amazonas. No solo por la inmensidad de su obra, que abarca desde la novela hasta el ensayo, pasando por el teatro, la crónica y el artículo periodístico, sino también por la propia riqueza de su biografía, una auténtica novela en sí misma. Un hombre tocado por la diosa de la inspiración, decía, pero también forjado en la disciplina férrea que consideraba fundamental para su oficio. Y es que Vargas Llosa no se limitó a ser un escritor de escritorio, sino que se erigió como un intelectual público, un observador agudo de la realidad política y social, un crítico implacable de las dictaduras y un defensor acérrimo de las libertades individuales.
Recordemos su paso por México en los noventa, cuando su declaración sobre el PRI como "la dictadura perfecta" resonó como un trueno en el establishment político. O su aventura electoral en Perú, donde se enfrentó al pragmatismo de Alberto Fujimori, un agricultor de hablar sencillo que terminó por derrotarlo en las urnas. Esta experiencia, amarga como pocas, quedó plasmada en "El pez en el agua", un libro autobiográfico en el que Vargas Llosa desnuda su alma, revelando las complejas relaciones con su padre, las vicisitudes de su carrera literaria y la desilusión de su incursión en la política. Una obra visceral que, quizá por su crudeza, el propio autor decidió retirar del mercado.
Y es que la vida de Vargas Llosa estuvo marcada por la pasión, tanto en la literatura como en el amor. "La tía Julia y el escribidor", una de sus novelas más celebradas, es un claro ejemplo de ello. En ella, el autor peruano entreteje ficción y realidad, plasmando su romance con Julia Urquidi, una tía política con la que compartió una intensa historia de amor. Un amor que, como muchos otros en su vida, acabaría marcado por la controversia y la ruptura. Décadas después, ya octogenario, volvería a desafiar las convenciones sociales con un sonado romance con Isabel Preysler, una socialité española. Un episodio que, aunque breve, demostró que la llama de la pasión seguía viva en el corazón del Nobel.
Pero más allá de los escándalos y las polémicas, el legado de Vargas Llosa reside en su obra literaria, un universo narrativo en el que se dan cita la historia, la política, el amor y la crítica social. "La fiesta del chivo", su magistral retrato de la dictadura de Trujillo en República Dominicana, es una obra maestra que trasciende las fronteras geográficas y temporales para convertirse en un alegato universal contra la tiranía. Y en "La civilización del espectáculo", Vargas Llosa anticipa con lucidez los peligros del consumismo, la frivolidad y el auge de los medios de comunicación.
En definitiva, Mario Vargas Llosa fue un personaje complejo y contradictorio, un escritor genial, un intelectual comprometido y un hombre apasionado. Su vida, tan intensa como su obra, nos invita a reflexionar sobre la condición humana, la fragilidad del amor y la importancia de la libertad. Un legado que, sin duda, seguirá inspirando a generaciones de lectores y escritores.
Fuente: El Heraldo de México