
15 de abril de 2025 a las 09:05
Despierta tu voto
Adentrémonos en la fascinante distopía que nos presenta José Saramago en su "Ensayo sobre la lucidez". Un país, un escenario político reconocible en cualquier latitud, se prepara para unas elecciones municipales cruciales, tan determinantes que podrían cambiar el rumbo de la capital. Desde el inicio, una atmósfera de improvisación y premura rodea el proceso. Los partidos políticos, los funcionarios electorales, todos parecen coincidir en un susurro incómodo: "hubiera sido mejor posponerlo". Como si una fuerza invisible conspirara contra el ejercicio democrático, una sombra de abstencionismo se cierne sobre la jornada. Pero, en un giro sorprendente, la ciudadanía acude masivamente a las urnas. No una, sino varias veces, obligados por la inexplicable inercia del proceso. Y aquí reside la genialidad de Saramago: todos votan en blanco. Un clamor silencioso, una protesta contundente contra un sistema que perciben como autoritario, plagado de falsas promesas.
Este acto de rebeldía cívica resulta más perturbador para la élite gobernante que la propia abstención. El voto en blanco, esa hoja impoluta, se convierte en un espejo que refleja la insatisfacción popular, obligando a una revisión incómoda del sistema político, de las virtudes y defectos de quienes ostentan el poder. La respuesta, previsiblemente, es la represión. El Estado de excepción se declara como un intento desesperado de sofocar la disidencia. Se obliga a los ciudadanos a manifestar una preferencia, a escoger entre izquierda, centro o derecha, negándoles el derecho a la expresión más pura del descontento: el voto en blanco.
Este dilema, el de la utilidad del voto nulo frente a la abstención, resuena con fuerza en momentos cruciales de la historia, como la próxima elección judicial en México. Un proceso inédito, sin referentes claros, marcado por una reforma constitucional que parece más un acto de venganza política que una solución genuina para fortalecer el Poder Judicial. A esto se suma una organización electoral que ha mostrado tropiezos y unas campañas, cuanto menos, inusuales. En este contexto, el máximo órgano electoral ha dado luz verde para promover el sufragio, para combatir el abstencionismo. Pero ¿es suficiente?
La decisión de participar, de votar en blanco o de abstenerse debe tomarse considerando la complejidad del panorama. ¿Es el voto en blanco una herramienta válida de protesta en un sistema que parece ignorar el clamor popular? ¿Es la abstención una forma de resistencia o una resignación que fortalece el statu quo? No hay respuestas fáciles. Como diría Saramago, nos espera un "mal día para votar". Un día en el que la literatura, ese espejo que nos refleja con un rostro diferente, nos invita a la reflexión profunda sobre el significado del voto, de la democracia y del poder ciudadano. La decisión, al final, es individual, pero sus consecuencias son colectivas.
Fuente: El Heraldo de México