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16 de abril de 2025 a las 02:55

Balacera y persecución tras ataque a mujer en CDMX

La creciente ola de violencia en la Ciudad de México nos obliga a preguntarnos qué está fallando. Dos incidentes, separados en tiempo y espacio, pero unidos por el hilo conductor de la inseguridad, nos sacuden con la crudeza de una realidad innegable. El primer caso, un ataque cobarde contra una mujer en Coyoacán, nos muestra la vulnerabilidad a la que nos enfrentamos día a día. Imaginen la escena: una mujer, transitando en su motocicleta, de pronto se ve acosada por dos individuos en otra moto. Sin mediar palabra, sin una provocación aparente, uno de ellos dispara. ¿Qué clase de mente alberga tanta maldad? ¿Qué lleva a una persona a atentar contra la vida de otra de manera tan gratuita? La víctima, una joven de 27 años, lucha por su vida en un hospital, con heridas de bala en el cráneo y la pierna. Su futuro, antes lleno de posibilidades, ahora se encuentra ensombrecido por la incertidumbre y el dolor.

La rápida respuesta de la policía, gracias al sistema de videovigilancia, permitió la detención de uno de los agresores en Xochimilco, tras una persecución digna de una película de acción. Sin embargo, la satisfacción por la captura se ve empañada por la fuga del segundo implicado. ¿Cuánto tiempo pasará antes de que vuelva a atacar? La información sobre los antecedentes penales del detenido, por robo agravado calificado en pandilla, nos deja un sabor amargo. El sistema penitenciario, en lugar de rehabilitar, parece ser una escuela para el crimen. ¿Qué estamos haciendo mal? ¿Cómo podemos romper este círculo vicioso de violencia e impunidad?

El segundo incidente, en Iztapalapa, nos presenta un escenario diferente, pero igualmente preocupante. Un enfrentamiento armado entre la policía y un presunto narcomenudista, que termina con el delincuente herido y detenido. La persecución, el intercambio de disparos, la tensión en las calles… Es una escena que se repite con demasiada frecuencia en nuestra ciudad. La presencia de armas de fuego, drogas y dinero en efectivo nos habla de un problema mucho más profundo: el narcotráfico y la corrupción que lo alimenta.

En ambos casos, la labor de la policía es crucial. Su valentía y profesionalismo son admirables, pero no podemos esperar que sean los únicos responsables de nuestra seguridad. Necesitamos una estrategia integral que aborde las causas de la violencia, que promueva la prevención del delito, que fortalezca el sistema de justicia y que ofrezca oportunidades reales a los jóvenes, para que no caigan en las garras del crimen. No podemos seguir viviendo con miedo. Merecemos una ciudad segura, donde podamos transitar libremente, sin temor a ser víctimas de la violencia. Es hora de exigir a nuestras autoridades que tomen medidas concretas y efectivas para combatir este flagelo que nos aqueja. El futuro de nuestra ciudad está en juego. No podemos quedarnos de brazos cruzados.

Fuente: El Heraldo de México