La sombra de un nuevo arancel del 20.91% se cierne sobre el jitomate mexicano, amenazando con teñir de rojo no solo la fruta, sino también las relaciones comerciales entre México y Estados Unidos. Jorge Esteve Recolons, presidente del Consejo Nacional Agropecuario, ha alzado la voz, expresando la profunda preocupación que embarga a los productores nacionales ante esta medida, que entraría en vigor el 14 de julio. La acusación de dumping, esgrimida por el gobierno estadounidense como justificación para el arancel, resuena con la fuerza de un viejo fantasma que recorre los pasillos del Tratado de Libre Comercio.

“Aguantar aranceles de casi el 21% al jitomate mexicano es duro”, declaró Esteve Recolons en una entrevista radiofónica, palabras que condensan la incertidumbre y el desafío que representa esta nueva barrera comercial. El impacto económico se prevé significativo, no solo para los productores mexicanos, sino también para los consumidores estadounidenses. Se estima que el precio del jitomate en los supermercados del norte podría incrementarse hasta en un 15%, afectando directamente el bolsillo de las familias americanas. Imaginemos la repercusión en productos tan cotidianos como la salsa cátsup, las pastas con salsa de tomate, los picos de gallo, e incluso, el clásico sándwich. Un aumento que, sin duda, dejará un sabor amargo en la mesa de muchos.

Las discusiones sobre dumping, como señaló el presidente del Consejo, son un tema recurrente en la historia del acuerdo del tomate entre ambos países. Sin embargo, la actual coyuntura política, marcada por la figura de Donald Trump, añade un grado de complejidad e imprevisibilidad a la situación. "Estamos viviendo tiempos interesantes con Trump", comentó Esteve Recolons, una frase cargada de significado que deja entrever la inquietud ante las decisiones del mandatario estadounidense. Si bien se podría considerar un evento aislado, la preocupación radica en que la postura proteccionista de Trump no parece ser una excepción, sino una constante en su política comercial.

La dependencia de Estados Unidos del jitomate mexicano es un hecho innegable. México exporta el 90% del jitomate que importa el país vecino, cubriendo una quinta parte de su consumo total. Esta interdependencia comercial, que debería ser un puente de colaboración, se ve ahora amenazada por un muro arancelario. El llamado a la prudencia por parte del Consejo Nacional Agropecuario resuena con fuerza, apelando al sentido común y a la necesidad de mantener una relación comercial sana y mutuamente beneficiosa. La complementariedad de las economías de México y Estados Unidos es un argumento sólido que se contrapone a la acusación de dumping, una práctica que los productores mexicanos rechazan categóricamente.

¿Cuál será el siguiente capítulo en esta historia del jitomate? La incertidumbre se mantiene, pero la esperanza de un diálogo constructivo y una resolución favorable para ambas naciones aún persiste. El futuro del jitomate mexicano, y de las relaciones comerciales entre México y Estados Unidos, pende de un hilo.