
15 de abril de 2025 a las 09:45
¡3 puntos sí o sí!
La presión se cierne sobre el Rebaño Sagrado. El Estadio Akron, que tantas veces ha rugido con la pasión rojiblanca, hoy se convierte en escenario de una batalla crucial por la supervivencia. Chivas se juega la vida, literalmente, en este encuentro contra el Puebla, un rival que, si bien no atraviesa su mejor momento, ha demostrado ser una piedra en el zapato para los tapatíos, especialmente en territorio rojiblanco. La sombra de tres derrotas en los últimos cinco partidos en casa ante La Franja se alarga sobre el césped, un recordatorio incómodo de la dificultad que representa este enfrentamiento.
El panorama es cuesta arriba, no hay que endulzar la píldora. El duodécimo lugar en la tabla general, fuera de la zona de clasificación, es un reflejo fiel del turbulento torneo que ha vivido Chivas. Seis partidos sin conocer la victoria, una racha que pesa como una losa sobre los hombros de jugadores y cuerpo técnico. La llegada de Gerardo Espinoza al banquillo, lejos de ser la solución esperada, ha añadido más interrogantes al rompecabezas rojiblanco. Una sola victoria en ocho encuentros, ninguna en Liga MX, es un dato que habla por sí solo.
La inestabilidad en las alineaciones, las constantes rotaciones y la ausencia de una figura definitoria en el ataque, como lo era Alan Pulido, han mermado la capacidad ofensiva del equipo. Tres goles en los últimos cinco partidos de liga, una cifra alarmante que desnuda la falta de contundencia frente al arco rival. Las palabras del propio Espinoza, reconociendo la incapacidad para definir los partidos y la autodestrucción a través de errores propios, son un crudo diagnóstico de la realidad chiva.
Y como si la situación no fuera lo suficientemente compleja, las expulsiones en el último partido contra Mazatlán añaden más leña al fuego. La ausencia de Luis Rey Mejía en la defensa es un contratiempo, pero la baja de Raúl Tala Rangel, el guardián del arco rojiblanco, es un golpe directo al corazón del equipo. En un partido de esta trascendencia, perder a tu portero titular es una desventaja que puede pesar como una condena.
El clásico tapatío contra Atlas, que asoma en el horizonte como el último cartucho en la recámara, se presenta ahora como una auténtica final. Un derbi siempre es un partido aparte, cargado de emociones y rivalidad, pero en esta ocasión, con la soga al cuello, la presión se multiplica exponencialmente. Atlas, aunque no esté en su mejor momento, puede encontrar en la pasión del clásico la motivación extra para complicar aún más las cosas a un Rebaño herido y desesperado.
El tiempo se agota, el margen de error es mínimo. Chivas está obligado a ganar, a mostrar su orgullo y a luchar con uñas y dientes por un lugar en el repechaje. La afición, expectante y sufrida, espera una reacción, un destello de esperanza que les permita seguir soñando. El destino del Rebaño está en juego, y solo una victoria podrá alejar, al menos por un momento, el fantasma del fracaso. ¿Será capaz Chivas de resurgir de las cenizas o se consumirá en la hoguera de la desesperación? La respuesta la tendremos esta noche en el Estadio Akron.
Fuente: El Heraldo de México