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14 de abril de 2025 a las 09:45

¿UNAM, nido de acosadores?

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), una institución venerada y reconocida por su excelencia académica, se encuentra una vez más bajo el escrutinio público. Desde el corazón de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, se alzan las voces valientes de estudiantes que denuncian un ambiente tóxico, plagado de acoso y violencia de género. Los nombres de Vladimir Morales Erasto, Antonio Roldán Roldán y Armando Severiano López resuenan en los pasillos, señalados como presuntos responsables de una serie de actos reprobables que van desde el abuso de poder hasta el hostigamiento sexual. Más de diez denuncias pesan sobre Morales Erasto, mientras que Roldán Roldán carga con acusaciones que se remontan al 2014. La gravedad de la situación se intensifica ante la aparente inacción de las autoridades, en particular del director Carlos Guillermo Gutiérrez Aguilar, cuya respuesta se limita a un tibio y casi irónico "tienen mi apoyo".

Las estudiantes no se han quedado de brazos cruzados. Desde mediados de marzo, han mantenido una lucha constante, manifestándose en las instalaciones de la facultad, exigiendo justicia y la destitución de los acusados. Su clamor va más allá de la simple remoción de los presuntos agresores; reclaman la implementación de protocolos efectivos para la denuncia y sanción, que garanticen la protección de la identidad e integridad de las víctimas, sin revictimizarlas. Además, buscan sanciones reales y contundentes que disuadan futuras conductas similares. La indignación ha llevado a la organización de asambleas estudiantiles y a la suspensión de clases, demostrando la magnitud del problema y la determinación de las alumnas para erradicarlo.

Este no es un caso aislado. La UNAM, lamentablemente, figura entre las universidades mexicanas con mayor número de denuncias por acoso. La recurrencia de este tipo de situaciones plantea una pregunta crucial: ¿Por qué la inacción? ¿Por qué la máxima casa de estudios, cuna de brillantes profesionales, tolera la presencia de presuntos acosadores entre sus filas? La responsabilidad recae directamente en la Rectoría, en el rector Leonardo Lomelí Vanegas, quien debe tomar cartas en el asunto y demostrar un compromiso real con la seguridad y el bienestar de la comunidad estudiantil. No se trata de exageraciones ni de acusaciones infundadas, sino de un problema sistémico que requiere una intervención inmediata y contundente.

¿Acaso la UNAM carece de recursos para implementar medidas de seguridad efectivas? Cámaras de vigilancia conectadas al C5, protocolos de actuación claros y una política de cero tolerancia al acoso son solo algunas de las acciones que podrían implementarse. Es inaceptable que una institución de tal prestigio se vea empañada por la sombra del acoso y la impunidad. La formación de profesionales de excelencia no puede justificar la permisividad ante conductas tan reprobables.

La problemática del acoso en la UNAM se extiende más allá de las aulas de la Facultad de Medicina Veterinaria. Reportes de acoso escolar en el transporte de preparatorias y CCHs se suman a la lista de pendientes de la Rectoría. ¿Dónde está la respuesta de las autoridades? ¿Dónde está el apoyo de las docentes, la solidaridad femenina que debería trascender las barreras de las facultades? La indignación crece y la paciencia se agota. Es hora de que la UNAM asuma su responsabilidad y actúe con la firmeza que la situación exige. De lo contrario, las denuncias seguirán acumulándose, los portales de internet continuarán publicando noticias sobre el acoso en la máxima casa de estudios, y la prestigiosa institución seguirá manchada por la inacción y la impunidad.

Fuente: El Heraldo de México