
14 de abril de 2025 a las 09:25
Prepárate: ¡Aprende de los errores ajenos!
La Cuarta Transformación (4T) ha tejido una red de seguridad social sin precedentes en México. Millones de familias se benefician de programas sociales que han alterado el panorama político y social del país. Este apoyo económico, sin duda, ha consolidado una base electoral fiel que ha impulsado al partido en las urnas. Sin embargo, esta estrategia, aunque efectiva hasta el momento, se encuentra sobre una base frágil: la estabilidad económica.
Las críticas a la financiación de estos programas son constantes. Se cuestiona su procedencia, su transparencia y su sostenibilidad a largo plazo. No obstante, estas voces disidentes parecen perderse en el bullicio de la aprobación popular, mientras los beneficiarios continúen recibiendo sus apoyos puntualmente. La pregunta clave es: ¿qué sucedería si esta situación cambia?
El legado económico de administraciones anteriores permitió al expresidente López Obrador implementar su ambiciosa política social. Una economía estable fue el cimiento sobre el cual se construyó este sistema. Pero la estabilidad económica, especialmente en un mundo globalizado, es volátil. Las decisiones políticas y económicas de nuestros vecinos, particularmente de Estados Unidos, tienen un impacto directo en nuestra realidad. Una recesión en el país vecino del norte, la imposición de aranceles u otras medidas proteccionistas podrían desestabilizar nuestra economía y poner en jaque la viabilidad de los programas sociales.
Un escenario de crisis económica obligaría al gobierno a tomar decisiones difíciles. Recortes presupuestarios, reducción del número de beneficiarios o disminución de las cantidades otorgadas serían inevitables. ¿Cómo reaccionaría la base social que hoy apoya incondicionalmente a la 4T? La respuesta es previsible: el descontento social se incrementaría, la crítica, hoy silenciada por los beneficios recibidos, se volvería ensordecedora. Aquellos aspectos que hoy se pasan por alto, como los excesos de algunos funcionarios, la falta de austeridad y el dispendio de recursos, se convertirían en la punta de lanza de la crítica y el rechazo.
El gobierno actual parece ser consciente de esta vulnerabilidad. Mantener una relación cordial y productiva con Estados Unidos es prioritario. Se busca evitar cualquier conflicto que pueda afectar la estabilidad económica. Internamente, se empiezan a observar señales de preocupación por los excesos de algunos miembros del partido. La reciente crítica de la presidenta Claudia Sheinbaum a una senadora por su ostentosa campaña publicitaria es un ejemplo de ello. Un llamado a la moderación, un recordatorio de que la austeridad debe ser la norma, especialmente en tiempos de incertidumbre.
El poder, como una droga embriagante, puede nublar la razón. Algunos miembros de la 4T, a pesar de su larga trayectoria política, parecen haber perdido la perspectiva. El éxito electoral los ha cegado ante los riesgos que acechan. Olvidan las lecciones del pasado, la caída del PRI en los años 80, un recordatorio de que ningún partido es inmune a los vaivenes de la economía y al descontento social.
La 4T surgió como una respuesta a los excesos del pasado. Pero la historia, como una rueda que gira sin cesar, puede repetirse. La soberbia, la prepotencia y el dispendio, combinados con una crisis económica, serían una receta para el desastre. El caso de Donald Trump es un ejemplo paradigmático. Mientras la economía estadounidense crecía, sus excesos eran tolerados. Pero cuando la economía se tambaleó, su popularidad se desplomó. La lección es clara: la prosperidad económica es un escudo frágil. Cuando la bonanza desaparece, las fallas quedan expuestas y el juicio popular es implacable. Es momento de recordar el viejo refrán: "Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar".
Fuente: El Heraldo de México