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14 de abril de 2025 a las 19:05

Música sin violencia: la propuesta de Sheinbaum

La creciente ola de violencia asociada a ciertos géneros musicales, como los corridos tumbados, ha desatado un debate crucial en la sociedad mexicana. La reciente negativa de Luis R. Conriquez a interpretarlos en la Feria del Caballo de Texcoco, y la subsecuente violencia desatada, ha puesto el dedo en la llaga sobre la influencia de las letras que hacen apología de la violencia, las drogas y la misoginia. Más allá de prohibiciones, que podrían percibirse como censura y resultar contraproducentes, la clave reside en construir un consenso social que rechace estos mensajes. Se trata de un trabajo de hormiga, de educar y concientizar, no solo a los jóvenes, sino a toda la sociedad, sobre las consecuencias devastadoras de normalizar la violencia.

La discusión no se limita a los corridos tumbados. Series de televisión, películas, incluso videojuegos, a menudo romantizan la figura del narcotraficante, presentándola como una opción de vida atractiva, especialmente para jóvenes en situaciones vulnerables. Es fundamental desmantelar esta narrativa, mostrar la cruda realidad detrás del glamour ficticio, y ofrecer alternativas reales, oportunidades de desarrollo personal y profesional que les permitan construir un futuro alejado de la delincuencia.

La música, como cualquier forma de arte, tiene un poder inmenso para influir en las mentes y los corazones. En lugar de censurarla, debemos aprovechar ese poder para promover valores positivos, para construir una cultura de paz y respeto. Imaginen el impacto que podrían tener canciones que hablen de la importancia de la educación, del trabajo duro, de la solidaridad, de la igualdad de género. Canciones que inspiren a los jóvenes a soñar en grande, a perseguir sus metas, a ser agentes de cambio en sus comunidades.

El camino no es fácil. Requiere un esfuerzo conjunto de autoridades, artistas, medios de comunicación, familias y educadores. Se trata de fomentar el pensamiento crítico, de promover el diálogo, de crear espacios donde los jóvenes puedan expresarse libremente y encontrar apoyo para construir un futuro mejor. La música, en lugar de ser un vehículo de violencia, puede convertirse en una herramienta poderosa para la transformación social.

Es alentador ver que este tema se está discutiendo abiertamente. Es un primer paso fundamental para romper el ciclo de violencia y construir una sociedad más justa y pacífica. No se trata de demonizar un género musical, sino de analizar críticamente los mensajes que transmite y promover alternativas que inspiren a los jóvenes a construir un futuro digno y lleno de esperanza. La violencia nunca es la respuesta, y la música, como expresión artística, tiene el potencial de ser un catalizador para el cambio positivo.

Fuente: El Heraldo de México