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14 de abril de 2025 a las 09:20

La venganza se sirve fría

La extradición de Rafael Caro Quintero a Estados Unidos ha abierto un nuevo capítulo en la guerra contra el narcotráfico, uno marcado por la sed de venganza de la DEA. Casi cuatro décadas después del asesinato del agente Enrique "Kiki" Camarena, la agencia antidrogas estadounidense ve la oportunidad de hacer un ejemplo, un escarmiento público que resuene en todos los rincones del mundo criminal. El juicio, que se llevará a cabo en la misma corte de Brooklyn donde Joaquín "El Chapo" Guzmán recibió cadena perpetua, se perfila como un evento de alto impacto, un choque titánico entre la justicia estadounidense y uno de los nombres más infames del narcotráfico mexicano. La DEA no busca un acuerdo, no pretende negociar. Su objetivo es claro: la pena capital para Caro Quintero.

Este caso, sin embargo, trasciende la simple búsqueda de justicia. Se convierte en un símbolo, en una advertencia. La DEA busca enviar un mensaje contundente: atacar a un agente estadounidense tendrá consecuencias devastadoras. Se busca disuadir a futuros criminales, establecer un precedente que marque un antes y un después en la lucha contra el narco. Pero, ¿a qué costo? La sombra de la hipocresía se cierne sobre el proceso. La historia está plagada de ejemplos de narcotraficantes, incluso asesinos despiadados, que han recibido tratos preferenciales a cambio de información. Figuras como "El Grande", ahora libres y protegidos en suelo estadounidense, demuestran la flexibilidad moral de un sistema que parece aplicar la justicia de forma selectiva.

La llegada de Caro Quintero a Estados Unidos junto con otros 28 narcotraficantes extraditados desde México plantea interrogantes. ¿Son todos piezas clave en la estrategia de la DEA? O, por el contrario, ¿se trata de una purga del sistema mexicano, una forma de deshacerse de figuras incómodas? Para la DEA, Caro Quintero es el premio mayor, la pieza que justifica el esfuerzo. El resto, como afirman fuentes internas, son "cartuchos quemados". Figuras como Vicente Carrillo Fuentes, "El Viceroy", o los hermanos Treviño Morales, líderes de Los Zetas, ya no representan un valor estratégico. Enfrentarán la justicia, sí, pero bajo la sombra de una nueva ley, la que los califica como miembros de organizaciones terroristas internacionales, abriendo la puerta a la pena de muerte o, al menos, a la cadena perpetua.

La pregunta que queda en el aire es si este enfoque, basado en la venganza y el castigo ejemplar, realmente contribuirá a la erradicación del narcotráfico. ¿O simplemente alimentará el ciclo de violencia y corrupción que ha plagado la región durante décadas? El juicio de Caro Quintero será, sin duda, un momento histórico. Un momento para reflexionar sobre la eficacia de las estrategias actuales y la necesidad de buscar soluciones más justas y sostenibles. La justicia, al final, no debe ser guiada por la venganza, sino por la búsqueda de la verdad y la construcción de un futuro más seguro para todos.

Fuente: El Heraldo de México