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14 de abril de 2025 a las 05:55

Explotador infantil arrestado en Atizapán

La infancia, esa etapa vital de descubrimientos, juegos y aprendizaje, se vio brutalmente arrebatada a un pequeño de tan solo diez años. Imaginen por un instante, en lugar de pupitres y cuadernos, sus manos aferradas a trapos y esponjas, luchando contra la suciedad de unidades de transporte público. En lugar de risas y juegos con amigos, el temor constante a los golpes y la obligación impuesta por un adulto sin escrúpulos. Este es el desgarrador escenario que las autoridades mexiquenses descubrieron tras la captura de Julio César “N”, presunto responsable del delito de trata de personas.

La Fiscalía General de Justicia del Estado de México ha revelado detalles que estremecen la conciencia. Desde abril hasta octubre de 2024, este individuo habría sometido al menor a una explotación laboral despiadada. El trabajo forzado se convertía en el pan de cada día, una condena impuesta a cambio de un plato de comida. Y si la pequeña víctima osaba resistirse, la respuesta era la violencia, los golpes que dejaban marcas no solo en su cuerpo, sino también en su alma.

Las madrugadas, que para muchos niños significan el dulce abrazo del sueño, para este pequeño representaban el comienzo de una jornada agotadora. A las cinco de la mañana, mientras otros niños de su edad apenas comenzaban a despertar, él ya estaba inmerso en sus labores de limpieza en los paraderos de las colonias Ampliación Emiliano Zapata y San José del Jaral, en el municipio de Atizapán de Zaragoza. Imaginen sus pequeñas manos frotando con ahínco los asientos, limpiando los vidrios, recogiendo la basura dejada por los pasajeros, mientras la ciudad a su alrededor apenas comenzaba a despertar.

Y no solo la limpieza era su responsabilidad. También debía cobrar el pasaje a los usuarios, enfrentando a diario la indiferencia, la prisa y, quizás, la incomprensión de quienes desconocían su drama. Mientras tanto, Julio César “N” se apropiaba del dinero fruto del trabajo infantil, beneficiándose del sufrimiento ajeno, construyendo su bienestar sobre la explotación de un inocente.

La denuncia de este aberrante caso puso en marcha la maquinaria de la justicia. Los investigadores, tras un arduo trabajo de campo y gabinete, recopilaron las pruebas necesarias para solicitar y obtener una orden de aprehensión contra el presunto responsable. Ahora, Julio César “N” deberá enfrentar las consecuencias de sus actos, responder ante la ley por el delito de trata de personas y por el daño irreparable infligido a un niño que solo merecía una infancia digna.

Este caso nos obliga a reflexionar sobre la importancia de estar alerta, de denunciar cualquier sospecha de explotación infantil. La indiferencia nos convierte en cómplices. Debemos recordar que la niñez es un tesoro que debemos proteger, que cada niño tiene derecho a una vida plena, a la educación, al juego y, sobre todo, a un futuro libre de explotación y violencia. La lucha contra la trata de personas es una responsabilidad de todos, un compromiso que debemos asumir para construir una sociedad más justa y humana. El futuro de nuestros niños está en juego.

Fuente: El Heraldo de México