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14 de abril de 2025 a las 23:50
Cuatro mujeres halladas en Coacalco
La reciente ola de desapariciones en Coacalco, que encendió las alarmas en la zona oriente del Estado de México, nos recuerda la fragilidad de la seguridad y la angustia que se vive ante la incertidumbre del paradero de un ser querido. Si bien las autoridades han logrado ubicar a cuatro de las seis mujeres reportadas como desaparecidas, el alivio se mezcla con la preocupación por las dos que aún permanecen sin ser localizadas. Este caso pone de manifiesto la complejidad del fenómeno de las desapariciones, donde las circunstancias individuales se entrelazan con problemáticas sociales más amplias.
El caso de Fernanda Leticia, quien abandonó su hogar en busca de recursos para combatir el cáncer, nos conmueve profundamente. Su decisión, impulsada por la desesperación ante la enfermedad, ilustra la precariedad que enfrentan muchas personas en el acceso a la salud. Imaginemos la angustia de su familia al desconocer su paradero, la zozobra de cada minuto sin saber si estaba a salvo. Afortunadamente, Fernanda Leticia se encuentra internada en una clínica recibiendo la atención médica que necesita. Su historia nos invita a reflexionar sobre la importancia de fortalecer el sistema de salud y garantizar el acceso universal a tratamientos médicos dignos.
Las historias de Tabata y Mía, quienes decidieron irse con un joven, nos hablan de la impulsividad propia de la juventud y la necesidad de comunicación dentro del núcleo familiar. Si bien su partida fue voluntaria, la denuncia interpuesta por sus familias subraya la importancia de mantener una comunicación fluida y abierta, especialmente durante la adolescencia. En un mundo lleno de peligros, la comunicación es fundamental para prevenir situaciones de riesgo y asegurar el bienestar de los jóvenes.
La menor que se ausentó tras una discusión familiar nos recuerda la importancia de abordar los conflictos con diálogo y empatía. Las tensiones familiares son comunes, pero es crucial encontrar mecanismos de resolución pacífica que eviten la ruptura de la convivencia y la exposición de los menores a situaciones de vulnerabilidad.
La Fiscalía General de Justicia del Estado de México (FGJEM) informa que el 93% de las desapariciones reportadas en el último año fueron voluntarias. Esta cifra, si bien tranquilizadora en cierto sentido, no debe minimizar la gravedad del problema. Cada desaparición, incluso las voluntarias, genera angustia y moviliza recursos que podrían destinarse a la búsqueda de personas desaparecidas a causa de delitos. Es fundamental comprender las razones detrás de estas ausencias voluntarias y trabajar en la prevención, abordando las causas subyacentes como la violencia familiar, la falta de oportunidades, los problemas de salud mental, entre otros.
La sociedad civil, a través de colectivos feministas y organizaciones de derechos humanos, juega un papel fundamental en la visibilización de las desapariciones y en la exigencia de justicia. Su labor de acompañamiento a las familias y de presión a las autoridades es esencial para garantizar que las investigaciones se realicen con diligencia y que se implementen medidas efectivas para prevenir futuras desapariciones.
En conclusión, el caso de las seis mujeres desaparecidas en Coacalco nos invita a reflexionar sobre la complejidad del fenómeno de las desapariciones, la importancia de la comunicación familiar, el acceso a la salud y la necesidad de fortalecer las instituciones encargadas de la seguridad y la justicia. Solo a través de un esfuerzo conjunto entre autoridades, sociedad civil y familias podremos construir un entorno más seguro y proteger a las personas más vulnerables. La búsqueda de las dos mujeres que aún permanecen desaparecidas debe continuar hasta que sean localizadas y se esclarezcan las circunstancias de su ausencia.
Fuente: El Heraldo de México