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13 de abril de 2025 a las 06:45
Tragedia en Ceremonia: Hijos de Susana Zabaleta presentes
La tragedia del festival Ceremonia ha dejado una profunda huella en la escena musical mexicana. Más allá de la pérdida irreparable de dos vidas jóvenes, el incidente ha sacudido conciencias y ha puesto en el centro del debate la seguridad en los eventos masivos. La conmoción y la indignación se entremezclan con la incredulidad ante la decisión de continuar con el festival tras el accidente. ¿Cómo es posible que la música siguiera sonando mientras dos personas yacían sin vida bajo los escombros?
El testimonio de Susana Zabaleta, con la crudeza de una madre que temió por la vida de sus hijos, nos acerca a la dimensión humana de la tragedia. Sus palabras, cargadas de angustia y dolor, resuenan con la impotencia de quienes presenciaron el horror y con la de aquellos que, desde la distancia, nos preguntamos cómo pudo suceder algo así. La imagen de sus hijos, jóvenes que acudieron a disfrutar de la música y se encontraron con la muerte, es un reflejo del trauma colectivo que ha generado este suceso. No se trata solo de la pérdida de dos vidas, sino de la vulnerabilidad expuesta, de la fragilidad de la alegría convertida en pesadilla.
La decisión de continuar con el festival, aún con el peso de la tragedia sobrevolando el ambiente, es incomprensible. ¿Qué mensaje se envía al priorizar el espectáculo por encima del respeto a las víctimas y al dolor de sus familias? La justificación de que la mayoría de los asistentes desconocía la magnitud del accidente no exime de responsabilidad a los organizadores. Al contrario, revela una preocupante falta de transparencia y una desconexión con la realidad del momento. ¿Acaso la música puede acallar el grito silencioso de dos vidas truncadas?
La investigación en curso debe arrojar luz sobre las causas del accidente y determinar las responsabilidades. Más allá de las posibles fallas en la estructura o las condiciones climáticas adversas, es fundamental analizar los protocolos de seguridad y la capacidad de respuesta ante emergencias. ¿Se actuó con la diligencia debida? ¿Se priorizó la seguridad del público o los intereses económicos? Las respuestas a estas preguntas son cruciales para que este tipo de tragedias no se repitan.
El festival Ceremonia se ha convertido en un símbolo de la precariedad de la vida y de la necesidad de replantear la organización de los eventos masivos. La música no puede ser sinónimo de riesgo. La alegría no puede construirse sobre la negligencia. El recuerdo de Berenice y Miguel debe ser un llamado a la reflexión y a la acción. Un recordatorio de que la vida es un frágil tesoro que debemos proteger. Que la música debe ser un espacio de encuentro y celebración, no un escenario de tragedia y dolor. Que el silencio, a veces, es la melodía más elocuente.
Fuente: El Heraldo de México