
13 de abril de 2025 a las 15:20
Tragedia: Campeón Mundial de los 70 muere en accidente
La historia del boxeo está plagada de figuras legendarias que dejaron una huella imborrable en el deporte, nombres que resonaron en los estadios y que aún hoy evocan la emoción de combates épicos. Pero el ring, como la vida misma, también tiene sus tragedias, y la de Víctor Galíndez, el "Leopardo de Morón", es una de ellas. Su fulgurante ascenso, su reinado como campeón mundial y su abrupto final conforman una narrativa que conmueve y nos recuerda la fragilidad de la existencia.
Galíndez, un nombre que resonaba con fuerza en la década de los 70, se convirtió en un ídolo nacional al conquistar el título mundial semipesado de la AMB en 1974. Imaginen la escena: un argentino coronándose campeón en su propia tierra, ante una multitud enfervorizada que coreaba su nombre. Ese triunfo no solo lo catapultó a la fama, sino que lo convirtió en un símbolo de perseverancia y talento. Diez defensas exitosas del título cimentaron su legado, convirtiéndolo en una figura casi mítica del boxeo argentino. El "Leopardo" rugía con fuerza, su nombre se escuchaba en todos los rincones del mundo boxístico y su futuro parecía brillante.
Sin embargo, el destino, caprichoso e impredecible, le tenía preparada una amarga sorpresa. La derrota ante Jesse Burnett en 1980 marcó un punto de inflexión en su carrera. No era solo una derrota más, era el presagio de un final que nadie esperaba. Aunque quizás en lo más profundo de su ser, Galíndez presentía que el retiro se acercaba, el golpe fue duro. El ring, que tantas alegrías le había dado, ahora se convertía en el escenario de su despedida.
Pero Galíndez era un hombre de pasiones. El boxeo era su vida, pero los autos eran su otra gran pasión, una que lo llevaría por un camino inesperado y trágico. Decidió colgar los guantes y dedicarse de lleno al automovilismo, con la misma determinación y entrega que lo caracterizaban en el ring. Soñaba con convertirse en profesional, con sentir la adrenalina de la velocidad y la emoción de la competencia.
La invitación de Antonio Lizeviche para ser su copiloto parecía una oportunidad perfecta para adentrarse en ese mundo. Nadie podía prever que esa carrera, en Veinticinco de Mayo, sería la última. Un fallo en la caja de cambios los obligó a abandonar la competencia y caminar hacia los boxes. En ese instante, en un abrir y cerrar de ojos, el destino se interpuso. El Falcon de Marcial Feijoó perdió el control, un trompo fatal que terminó impactando contra Galíndez y Lizeviche, acabando con sus vidas.
Cuatro meses después de su última pelea, el "Leopardo de Morón" se apagaba para siempre. Su muerte, tan repentina como trágica, conmocionó al mundo del deporte. Un campeón que había conquistado la gloria en el ring, sucumbía a un accidente en la pista. Su récord de 55 victorias, 9 derrotas y 4 empates, junto con sus 10 defensas del título mundial, son un testimonio de su grandeza. Pero más allá de las estadísticas, Víctor Galíndez dejó un legado de pasión, coraje y entrega, un ejemplo de cómo vivir la vida al máximo, tanto en el ring como fuera de él. Su historia, aunque teñida de tristeza, nos recuerda que la vida es un preciado tesoro que debemos valorar en cada instante.
Fuente: El Heraldo de México