
13 de abril de 2025 a las 14:10
Karla Fernanda: Anhela un hogar
La historia de Karla Fernanda Hernández Gorostieta conmueve y plantea interrogantes profundas sobre la justicia, la salud mental y la responsabilidad social. Tras un largo y tortuoso proceso judicial, la joven de 21 años ha sido absuelta del asesinato de su madre y su tío, un crimen que la mantuvo recluida durante casi tres años. Sin embargo, la libertad no ha traído consigo la tranquilidad. Su pasado, marcado por la tragedia y la estigmatización, la persigue como una sombra, mientras que su futuro se presenta incierto y lleno de desafíos.
Su deseo de ser adoptada por una familia, expresado con la inocencia que caracteriza su condición, revela la profunda necesidad de afecto, seguridad y pertenencia que la joven anhela. Criada en un entorno familiar disfuncional, marcado por la violencia y la negligencia, Karla Fernanda nunca experimentó la estabilidad emocional y el apoyo que todo niño necesita para desarrollarse plenamente. Su discapacidad intelectual, su autismo y su esquizofrenia, lejos de ser considerados factores atenuantes, se convirtieron en un obstáculo más en su búsqueda de justicia.
Ahora, con 21 años, Karla Fernanda se enfrenta a un mundo que la juzga y la etiqueta sin comprender la complejidad de su situación. A pesar del turbio pasado que la acompaña, ella se aferra a la esperanza de un futuro mejor. Sueña con cantar, con actuar, con construir una vida normal, alejada del dolor y el estigma. Su anhelo de ser adoptada no es un simple capricho, sino un grito desesperado por encontrar un hogar, una familia que la acepte y la proteja, que le brinde el amor y la contención que nunca tuvo.
La situación de Karla Fernanda nos obliga a reflexionar sobre la responsabilidad del Estado en la protección de las personas con discapacidad, especialmente aquellas que han sido víctimas de circunstancias adversas. Su abogado, Héctor Pérez Rivera, lucha incansablemente para que el Estado asuma la responsabilidad de su resguardo y manutención, reconociendo su vulnerabilidad y su necesidad de apoyo. ¿Será la sociedad capaz de tenderle una mano y brindarle la oportunidad de reconstruir su vida? ¿Podremos, como sociedad, mirar más allá del sensacionalismo y comprender la fragilidad de una joven que, a pesar de todo, se aferra a la esperanza?
El caso de Karla Fernanda no es un caso aislado. Es un reflejo de las fallas de un sistema que a menudo criminaliza la enfermedad mental y abandona a su suerte a los más vulnerables. Es un llamado a la empatía, a la comprensión y a la acción. Es una oportunidad para construir una sociedad más justa e inclusiva, donde todos, sin importar sus circunstancias, tengan la oportunidad de vivir una vida digna y plena. El futuro de Karla Fernanda está en nuestras manos. ¿Estaremos a la altura del desafío?
Fuente: El Heraldo de México