La angustia se apodera de Coacalco. Seis familias viven una pesadilla que parece no tener fin: la desaparición de sus hijas, hermanas, madres. El viernes 11 de abril, la avenida López Portillo se convirtió en el escenario de su desesperación, un bloqueo que clamaba justicia y respuestas ante la inacción de las autoridades. Entre los rostros llenos de dolor, se encontraba Mayra Bautista, madre de Romina, una adolescente de tan solo 16 años que se esfumó sin dejar rastro el pasado 31 de marzo. Su historia, lamentablemente, se entrelaza con la de otras cinco mujeres desaparecidas en el mismo municipio, un hecho que ha sembrado el terror y la incertidumbre en la comunidad.

Romina, una joven llena de sueños e ilusiones, ahora es un nombre más en la lista de desaparecidos. Su madre, con la voz quebrada por la angustia, relata los escasos avances en la investigación: "Después de 11 días, finalmente tuve acceso a las grabaciones del C4. Ahí vi a mi hija, cruzando el Eje 11. Y eso es todo. Después de 11 días, esa es la única información que tengo. Nada más." Once días que se han convertido en una eternidad para Mayra, quien recorre incansablemente las calles, pegando carteles con la foto de Romina, aferrándose a la esperanza de un milagro.

La desaparición de estas seis mujeres ha sacudido a Coacalco. La mayoría son adolescentes, en la flor de la juventud, con toda una vida por delante. Entre ellas se encuentra también Fernanda Leticia, de 36 años, cuya ausencia deja un vacío irreparable en su familia. Aunque no existe una conexión aparente entre todas las desaparecidas, un hilo delgado une los casos de Romina y Tabata Guadalupe: ambas estudian en la misma secundaria y comparten un círculo de amistades. Sus madres, unidas por el dolor y la incertidumbre, se conocieron buscando a sus hijas y ahora luchan juntas, hombro con hombro, exigiendo a las autoridades que agilicen las investigaciones.

La hipótesis que maneja Mayra, madre de Romina, es escalofriante: un amigo en común de su hija y Tabata podría estar involucrado en una red de trata de mujeres. Esta posibilidad, aunque aún no confirmada, añade un componente aún más siniestro a la ya de por sí trágica situación. La calle mencionada por Mayra, cercana a la secundaria donde estudian las jóvenes, se ha convertido en un punto focal de la investigación. ¿Qué sucedió realmente en ese lugar? ¿Es la clave para desentrañar el misterio de las seis desapariciones?

La comunidad de Coacalco se encuentra conmocionada. El miedo se palpa en el ambiente. Las familias de las desaparecidas, con el corazón en un puño, se aferran a la esperanza de encontrarlas con vida. Cada minuto que pasa es una tortura, una agonizante espera en la que la incertidumbre se convierte en su peor enemiga. La exigencia de justicia resuena en cada rincón del municipio, un clamor que exige respuestas y acciones concretas para encontrar a estas seis mujeres y devolver la tranquilidad a Coacalco. ¿Qué están haciendo las autoridades para esclarecer estos casos? ¿Se está haciendo lo suficiente para prevenir futuras tragedias? La sociedad exige respuestas, y la espera se hace cada vez más insoportable.