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13 de abril de 2025 a las 19:10

¡Adiós a los toros! ¿Prohibición nacional?

La Fiesta Brava se encuentra en un punto de inflexión, un momento crucial que definirá su futuro en México. Las recientes reformas legislativas en la Ciudad de México y Michoacán, lejos de regular la tauromaquia, la condenan a una muerte lenta y agónica. No se trata de una simple adaptación a los tiempos modernos, sino de la extirpación sistemática de una tradición arraigada en lo más profundo de nuestra cultura. El corazón de la fiesta, sus tres tercios, son amputados con una precisión quirúrgica, dejando atrás un espectáculo vacío, una sombra de lo que alguna vez fue. Sin el tercio de varas, sin el juego de banderillas, sin la culminación de la suerte suprema, ¿qué queda del toreo? Una pantomima, un eco fantasmal de su esencia.

Se nos dice que estas medidas buscan proteger al toro de lidia. ¿Protegerlo llevándolo a la extinción? Porque esa es la consecuencia inevitable. Al eliminar la razón de su crianza, al arrebatarle el escenario donde su bravura se convierte en leyenda, se condena a esta magnífica raza a desaparecer. ¿Es esa la protección que pregonan? ¿Un borrón y cuenta nueva donde la belleza y la fuerza del toro bravo se convierten en un recuerdo difuso?

Francisco Doddoli, presidente de la Asociación Nacional de Matadores de Toros, Novillos, Rejoneadores y Similares, ha lanzado un grito de alerta, una llamada a la unión de la afición. El peligro es real, la amenaza se extiende como una sombra sobre las plazas de todo el país. Tlaxcala, Nuevo León, Chihuahua, Jalisco, Querétaro, Aguascalientes, Hidalgo, Guanajuato, Estado de México, Yucatán… La lista de posibles víctimas se alarga, presagiando un futuro incierto para la Fiesta Brava. Es un efecto dominó, una ola expansiva que amenaza con arrasar con siglos de tradición.

La afición, ese pilar fundamental, ese latido que da vida a las plazas, no puede permanecer impasible. Es el momento de alzar la voz, de defender con pasión y convicción lo que nos pertenece. No se trata solo de una afición, es una forma de vida, una herencia cultural que no podemos permitir que se desvanezca. Sin afición, las plazas se convertirán en cementerios de recuerdos, en testigos silenciosos de una gloria pasada. Pero con afición, con la fuerza de la unión, con la pasión que nos corre por las venas, nadie podrá borrarnos.

La Asociación Nacional de Matadores de Toros, con más de medio siglo de historia defendiendo los intereses de los toreros, hace un llamado a la acción. No es un lamento, es un rugido de resistencia. Desde su fundación en 1966, ha sido la voz de los que se juegan la vida en el ruedo, de los que mantienen viva la llama de la Fiesta. Ahora, más que nunca, su labor es crucial. Guiar, apoyar, defender, son los verbos que conjugan en estos tiempos difíciles. Y la afición, ese océano de pasión y conocimiento, debe ser su aliada en esta batalla por la supervivencia de la tauromaquia.

La Fiesta Brava no es un espectáculo anacrónico, es una expresión artística, una danza entre la vida y la muerte, un ritual ancestral que merece ser preservado. Es parte de nuestra identidad, un legado que debemos transmitir a las futuras generaciones. La defensa de la Fiesta no es una lucha aislada, es la defensa de nuestra cultura, de nuestra libertad, de nuestro derecho a disfrutar de una tradición que nos define. La Fiesta vive si tú la defiendes.

Fuente: El Heraldo de México