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12 de abril de 2025 a las 20:20
Niñas de Coacalco, ¿víctimas de trata?
La desesperación se palpa en el aire, un manto pesado que cubre a las familias de seis mujeres desaparecidas en Coacalco. El clamor por justicia y el anhelo de encontrarlas con vida resonaron con fuerza en la avenida José López Portillo la tarde del viernes 11 de abril. El bloqueo, una medida desesperada, refleja la angustia que carcomen los corazones de quienes las buscan incansablemente. Seis historias, seis vidas truncadas, seis familias sumidas en la incertidumbre. Pero dentro de este drama colectivo, dos casos en particular hacen saltar las alarmas, encendiendo la terrible sospecha de una red de trata que opera en las sombras.
Romina Bautista Meza, de tan solo 16 años, y Tabata Guadalupe Acosta García, de 14, comparten una triste coincidencia: ambas desaparecieron y ambas asistían a la misma secundaria en Coacalco. Mayra Bautista, madre de Romina, con la voz quebrada por la angustia, compartió con los medios de comunicación su temor más profundo: que ambas jóvenes hayan caído víctimas de una red de trata. La hipótesis, escalofriante, cobra fuerza al descubrir un nexo común entre las desaparecidas: una persona que ambas conocían en la escuela. ¿Un amigo? ¿Un conocido? La identidad permanece en las sombras, un fantasma que acecha la investigación.
Las palabras de Mayra resuenan cargadas de dolor e impotencia: "Tememos que esto pueda ser una red de trata, lo cual nos angustia mucho". La frase, corta pero contundente, describe el horror que viven las familias. Imaginar a sus hijas atrapadas en las garras de la explotación, lejos de sus hogares, es una pesadilla que las atormenta día y noche. La mención de "amigos en común" abre un abanico de interrogantes. ¿Quiénes son estas personas? ¿Qué rol juegan en la desaparición de las jóvenes? Las autoridades deben investigar a fondo estas conexiones, desentrañar la red de relaciones que rodea a Romina y Tabata, y seguir cada pista para dar con su paradero.
La última imagen de Romina, captada por las cámaras del C5 el 31 de marzo, la ubica en el Eje 11. Un fotograma congelado en el tiempo, una instantánea que se ha convertido en la dolorosa esperanza de su madre. A partir de ese punto, el rastro se desvanece, dejando un vacío que la familia intenta llenar con la fuerza de su amor y la determinación de encontrarla. Cada día que pasa, la angustia crece, la incertidumbre se agudiza. Pero la esperanza, aunque tenue, se mantiene viva.
La movilización de las familias y amigos de las seis desaparecidas es un llamado a la sociedad, una súplica por solidaridad y apoyo. No podemos permanecer indiferentes ante el dolor de estas familias. Difundir la información, compartir las fotografías de las desaparecidas, estar alerta ante cualquier indicio que pueda ayudar a encontrarlas, son acciones que pueden marcar la diferencia. La unión hace la fuerza, y en momentos como este, la fuerza de la comunidad es esencial para iluminar la oscuridad y traer de vuelta a casa a estas seis mujeres. La lucha contra la trata de personas es una batalla que nos compete a todos. Debemos alzar la voz, exigir justicia y trabajar juntos para erradicar este flagelo que destruye vidas y familias. El tiempo corre, y cada minuto cuenta en la búsqueda de estas mujeres. No las olvidemos, mantengamos viva la esperanza y sigamos buscando hasta encontrarlas.
Fuente: El Heraldo de México