
12 de abril de 2025 a las 09:10
La Chispa Rebelde
La euforia republicana del 20 de enero se ha desvanecido como un espejismo en el desierto. La promesa de un regreso triunfal al poder, con Donald Trump a la cabeza y el control del Congreso en sus manos, se ha visto empañada por una creciente discordia interna. La guerra comercial desatada contra China, lejos de ser la solución mágica prometida, ha abierto una caja de Pandora de tensiones y desacuerdos que amenazan con fracturar la unidad del partido.
El optimismo inicial, alimentado por la perspectiva de recortar impuestos y desregular la economía, se ha topado con la realidad de una política arancelaria agresiva que ha generado inquietud incluso entre las filas republicanas. Figuras clave del partido, como Mitch McConnell, impulsan una "ley de revisión comercial" que busca limitar el poder de Trump para imponer aranceles unilaterales. Esta iniciativa, lejos de ser un hecho aislado, refleja un malestar creciente ante la imprevisibilidad del presidente en materia comercial.
La figura de Elon Musk, el controvertido empresario al frente de Tesla, se ha convertido en un símbolo de la resistencia a la guerra arancelaria. Sus enfrentamientos públicos con figuras del gobierno, como Peter Navarro, a quien calificó de "idiota" en redes sociales, evidencian la profunda división que existe en torno a esta política. Musk, que inicialmente apoyó a Trump, se ha distanciado cada vez más de la estrategia arancelaria de la Casa Blanca, argumentando que perjudica a la industria estadounidense.
El descontento no se limita al ámbito empresarial. Voces dentro del propio Partido Republicano se alzan contra la guerra comercial, advirtiendo de sus posibles consecuencias negativas para la economía y el apoyo popular. Senadores como Rand Paul y Ron Johnson han expresado abiertamente su rechazo a los aranceles, calificándolos de "impuestos" que perjudican a las familias estadounidenses. Incluso figuras conservadoras como Ted Cruz, así como las moderadas Susan Collins y Lisa Murkowski, se han sumado a las críticas.
La apuesta de Trump por "hacer grande otra vez a Estados Unidos" a través de una confrontación comercial con China se percibe cada vez más como un juego peligroso. La incertidumbre generada por la guerra arancelaria amenaza con desestabilizar la economía global y erosionar el apoyo al Partido Republicano de cara a las elecciones de medio mandato. La pregunta que flota en el aire es si Trump podrá controlar las fuerzas que ha desatado o si, por el contrario, estas terminarán por devorarlo. El futuro de la economía estadounidense, y del propio Partido Republicano, pende de un hilo. La promesa de miel sobre hojuelas se ha convertido en un amargo sabor a incertidumbre.
Fuente: El Heraldo de México