
12 de abril de 2025 a las 09:25
Despierta tu marca: ¿Woke o no?
La palabra "woke" se ha convertido en un camaleón lingüístico, adaptando su significado a los tiempos que corren. Originada en la lucha por los derechos civiles de la población afroamericana, como un llamado a la vigilancia frente a la injusticia racial, hoy en día su uso se ha diversificado, fragmentándose en interpretaciones a menudo contradictorias. Si bien para algunos conserva su esencia como un recordatorio de la importancia de la conciencia social y la lucha contra la discriminación, para otros se ha transformado en una etiqueta peyorativa, un arma arrojadiza en las guerras culturales digitales.
Este desplazamiento semántico nos obliga a reflexionar sobre la evolución del lenguaje y cómo las palabras pueden ser reapropiadas y resignificadas, a veces perdiendo su carga original en el proceso. ¿Qué significa realmente estar "woke" en el siglo XXI? La respuesta, lamentablemente, no es sencilla. La ambigüedad del término permite su uso indiscriminado, convirtiéndolo en un comodín para expresar desaprobación hacia cualquier obra que se perciba como excesivamente inclusiva o “políticamente correcta”.
El debate en torno a la representación en la ficción ha alcanzado nuevas cotas de intensidad. La incorporación de personajes diversos, pertenecientes a minorías raciales, étnicas, sexuales o de género, lejos de ser celebrada universalmente como un avance hacia una representación más justa y realista de la sociedad, a menudo se convierte en blanco de críticas. Se acusa a estas producciones de sacrificar la calidad artística en aras de la inclusión forzada, de priorizar la agenda política por encima de la narrativa. Pero, ¿es realmente así? ¿O se trata de una resistencia al cambio, una forma de preservar el status quo y silenciar las voces que han sido históricamente marginadas?
La falta de una definición consensuada de "woke" alimenta la confusión y la polarización. Cada individuo interpreta el término a su conveniencia, utilizándolo como un escudo o una espada según sus propias convicciones. Esta subjetividad inherente dificulta el diálogo constructivo y fomenta la creación de estereotipos. Se asume que cualquier producción que incluya personajes diversos, especialmente si cuestiona las normas sociales establecidas, es automáticamente "woke", sin considerar la complejidad de la narrativa, la profundidad de los personajes o la calidad artística de la obra en su conjunto.
Es crucial recuperar el significado original de "woke", recordando sus raíces en la lucha por la igualdad y la justicia social. Debemos resistir la tentación de utilizarlo como un arma para silenciar las voces disidentes y promover la inclusión genuina y significativa en todos los ámbitos de la sociedad, incluyendo el arte y la cultura. La diversidad no es un enemigo de la calidad, sino una riqueza que enriquece la experiencia humana. Es hora de superar la polarización y construir un diálogo basado en el respeto, la empatía y la comprensión mutua. Solo así podremos avanzar hacia una sociedad más justa e inclusiva para todos.
Fuente: El Heraldo de México