La tensión geopolítica entre Estados Unidos y China, materializada en la guerra comercial que libran, ha entrado en una fase crítica. La tregua inicial se ha desvanecido, dando paso a una escalada de aranceles que amenaza con reconfigurar el tablero económico mundial. El cierre prácticamente total del intercambio comercial entre estas dos potencias, que supera los 600 mil millones de dólares anuales, genera una onda expansiva cuyas consecuencias son difíciles de prever. Si bien Estados Unidos parece tener una menor dependencia porcentual de las exportaciones en su PIB (11% frente al 21% de China), la realidad es mucho más compleja. La capacidad de control del gobierno chino sobre su economía, sumada a la centralización de su industria, le otorga una ventaja estratégica frente a la descentralización industrial estadounidense, producto de décadas de globalización. Este enfrentamiento de titanes, con modelos económicos y políticos tan dispares, nos sitúa en un escenario de incertidumbre. Algunos analistas, con ecos de las distopías literarias, plantean la posibilidad de un conflicto de consecuencias devastadoras para la humanidad.

En este contexto, México se encuentra en una posición delicada. La estrategia adoptada por el gobierno mexicano, si bien ha logrado hasta ahora minimizar los daños colaterales, se sustenta en una alianza asimétrica con Estados Unidos, que nos obliga a ceder en temas sensibles como la migración y el combate al narcotráfico. La necesidad de preservar lo que queda del TMEC nos coloca en una situación de dependencia que limita nuestra capacidad de maniobra. Mientras tanto, la voz de México en el escenario internacional, liderada por la presidenta Sheinbaum, reivindica la soberanía nacional y aboga por una mayor integración latinoamericana. El Plan México, con sus ambiciosas propuestas, se enfrenta a la realidad de una debilidad fiscal y un crecimiento económico desacelerado, lo que dificulta su implementación.

En el ámbito interno, el panorama político también se torna complejo. La reciente carta de la presidenta a su partido, Morena, sugiere un intento de reforzar el control sobre la estructura política, en un momento en el que se destapan graves escándalos de corrupción. El huachicoleo fiscal, el fraude en la compra de medicamentos y la crisis de los desaparecidos, con el macabro caso del Rancho Izaguirre como trágico ejemplo, sacuden los cimientos del gobierno. La contundente declaración del Comité Contra la Desaparición Forzada de las Naciones Unidas, que señala la existencia de desapariciones generales y sistemáticas en México, agrava aún más la situación.

Ante este panorama convulso, la solidaridad nacional y el impulso a la participación de la empresa privada mexicana en la producción de bienes y servicios, especialmente en el sector industrial, se presentan como vías para capear el temporal. La estrategia de aislamiento comercial impulsada por Trump contra China se enfrenta a la realidad de un mundo globalizado, donde la influencia económica del gigante asiático ha crecido exponencialmente bajo el amparo de la Organización Mundial del Comercio. Nos encontramos en una encrucijada histórica, donde la interdependencia económica y las tensiones geopolíticas dibujan un futuro incierto. La capacidad de adaptación y la búsqueda de soluciones conjuntas serán clave para navegar en estas aguas turbulentas.