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12 de abril de 2025 a las 16:20
Abuelito ladrón: la risa que no esperabas
La imagen de un anciano asaltando un comercio, arma en mano, suele ser material para películas de ficción, un giro inesperado en el guion de la vida cotidiana. Pero a veces, la realidad supera a la ficción, tal como ocurrió en la provincia de Santa Fe, Argentina, donde un jubilado protagonizó una escena que mezcla lo trágico con lo absurdo, lo desesperado con lo cómico.
El video del incidente, viralizado en redes sociales gracias a la cuenta de X @porqueTTarg, muestra al anciano ingresando a una tienda de mascotas pasadas las doce del mediodía. La empleada, con la amabilidad propia del comercio local, lo recibe con un "¡Hola!" y cierra la puerta tras él, preparándose para atender a su último cliente antes de cerrar por unas horas. Lo que no imaginaba es que aquel saludo cordial sería el preludio de un robo, anunciado con una frase tan surrealista como escalofriante: "Le quería decir que esto es un robo".
La reacción de la joven empleada, captada por la cámara de seguridad, oscila entre la incredulidad y la risa nerviosa. En entrevistas posteriores, confesaría que la situación le pareció inicialmente graciosa, casi inverosímil. Un anciano, con un arma en la mano, pidiéndole dinero. La escena, digna de una comedia negra, pronto se tornaría tensa.
"Necesito la plata, la necesito", repetía el hombre con desesperación, una súplica que contrastaba con la frialdad del arma que empuñaba. La empleada, aún impactada, negaba tener dinero. El jubilado insistía, "No vengo a lastimarte, no vengo a nada, dame la plata". Sus palabras, un intento de tranquilizar a la joven y quizá a sí mismo, sonaban huecas ante la evidencia del arma. Incluso llegó a decir, "Necesito un préstamo", una frase que delinea la precariedad que probablemente lo empujó a cometer el acto.
En medio del atraco, el anciano se coloca una gorra, un gesto casi automático, quizás un último vestigio de la intención de ocultar su identidad. "Dame la plata, por favor te lo pido", repite, la súplica cada vez más angustiada. "Tengo algo para lastimarte y no quiero lastimarte", agrega, una contradicción que desnuda la complejidad de su situación. Ante la resistencia de la empleada, el tono del jubilado cambia, la voz se eleva, la desesperación se transforma en frustración. La joven, abrumada por la tensión, termina llorando.
Finalmente, el anciano se marcha con algunos alimentos, un botín magro que refleja la triste realidad detrás del robo. El incidente, ocurrido el pasado 9 de abril, ha generado un debate en redes sociales sobre la situación de los jubilados en Argentina, la desesperación que puede llevar a actos extremos y la delgada línea entre la víctima y el victimario. La imagen del anciano, arma en mano y pidiendo perdón, se convierte en un símbolo de una crisis social que va más allá de un simple robo. Es un reflejo de una realidad que exige una mirada profunda, más allá de la anécdota viral, para comprender las causas que la originan y buscar soluciones que eviten que se repita. ¿Cuántos ancianos más, empujados por la necesidad, se verán obligados a cruzar la línea de la ley? Esta es la pregunta que resuena tras el eco de un "perdóname" pronunciado con la voz temblorosa de la desesperación.
Fuente: El Heraldo de México