
11 de abril de 2025 a las 21:15
Silencio Forzado: Voces Contra el Crimen
La controversia en torno a los corridos, especialmente los narcocorridos y corridos tumbados, se ha intensificado en los últimos años. Este género musical, con raíces profundas en la historia de México, ha evolucionado desde narrar las hazañas de héroes revolucionarios hasta reflejar la realidad social contemporánea, incluyendo, de manera polémica, la del crimen organizado. Esta transformación ha generado un debate polarizado en la sociedad, con fervientes defensores y detractores.
Mientras algunos celebran la capacidad del género para retratar la vida en México sin tapujos, otros lo acusan de glorificar la violencia y normalizar actividades ilícitas. La censura se ha convertido en una herramienta recurrente para controlar la difusión de estas canciones, afectando a artistas de renombre como Gerardo Ortiz, Peso Pluma y Los Tucanes de Tijuana. Sin embargo, esta medida ha generado un debate sobre la libertad de expresión y la responsabilidad artística. ¿Dónde está la línea que separa la crónica social de la apología del delito? ¿Es la censura la solución o, por el contrario, alimenta el morbo y la clandestinidad?
El caso de Gerardo Ortiz, con canciones como “Dámaso” y “Aerolínea Carrillo”, ejemplifica la complejidad de la situación. Si bien se le acusa de enaltecer al narcotráfico, sus defensores argumentan que simplemente refleja una realidad existente. La polémica se extiende incluso a canciones que no abordan directamente el tema del narco, como “Fuiste Mía”, cuyo video musical fue censurado por su contenido violento. Este caso plantea la interrogante sobre los límites de la representación artística y la responsabilidad de los creadores en la construcción de narrativas.
Peso Pluma, fenómeno musical del momento, también se ha enfrentado a la censura. La eliminación de unos segundos de su canción "El Azul", en la que se hacía referencia al fentanilo, desató la furia de sus fans, quienes lo consideraron un acto de censura injustificada. Este episodio pone de manifiesto la tensión entre la protección de la salud pública y la libertad artística. ¿Es legítimo censurar una canción por mencionar una sustancia peligrosa, aunque no la promueva directamente? ¿Se corre el riesgo de crear un efecto Streisand, donde la prohibición solo aumenta la curiosidad y la difusión de la obra censurada?
Los Tucanes de Tijuana, íconos de la música norteña, sufrieron un veto en su propia ciudad por un saludo a personas vinculadas al narcotráfico. Este caso ilustra cómo las relaciones personales y las expresiones aparentemente inocentes pueden tener consecuencias significativas en el contexto de la lucha contra el crimen organizado. ¿Es justo castigar a un grupo musical por las acciones de individuos con los que mantienen contacto? ¿Se debe responsabilizar a los artistas por las interpretaciones que el público pueda hacer de sus actos y palabras?
Finalmente, Natanael Cano, figura clave en el auge de los corridos tumbados, ha generado controversia con canciones como “Cuerno Azulado”, que alude sutilmente a Joaquín "El Chapo" Guzmán. La decisión de no publicar esta canción en su canal oficial, aunque se encuentre disponible en otras plataformas, plantea interrogantes sobre la autocensura y la gestión de la imagen pública. ¿Es una estrategia para evitar problemas legales o una forma de distanciarse de las letras más polémicas?
La discusión sobre los narcocorridos y la censura es un tema multifacético que exige un análisis profundo y matizado. No se trata de una simple dicotomía entre bien y mal, sino de un complejo entramado de factores sociales, culturales, políticos y económicos. Es fundamental fomentar el diálogo y la reflexión crítica para encontrar un equilibrio entre la libertad de expresión, la responsabilidad artística y la lucha contra la violencia.
Fuente: El Heraldo de México