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12 de abril de 2025 a las 00:45

Reliquia de Jesús: ¿Milagro en Netflix?

La Corona de Espinas, una reliquia venerada por siglos, testigo silenciosa del sufrimiento de Cristo, se hallaba una vez más en peligro. No eran los soldados romanos, ni los tribunales judíos, ni siquiera el implacable Poncio Pilatos quienes la amenazaban esta vez. El fuego, un enemigo voraz e indiscriminado, bailaba amenazante sobre la Catedral de Notre Dame, poniendo en riesgo un tesoro invaluable de la cristiandad. Irónicamente, este símbolo de humillación y dolor, se convertía en el centro de una lucha desesperada por la preservación, un eco a través del tiempo del propio sacrificio que representa.

Imaginen la escena: el crepitar de las llamas, el humo asfixiante que lo invadía todo, el calor abrasador que derretía incluso la esperanza. Mientras las lenguas de fuego lamían la estructura centenaria de Notre Dame, los bomberos, convertidos en héroes anónimos, se adentraban en un infierno de piedra y madera para rescatar lo que para muchos representa la fe misma. No se trataba solo de un objeto, sino de la conexión tangible con un pasado sagrado, un vínculo directo con la historia del cristianismo. Cada segundo contaba, cada decisión era crucial. La presión era inmensa, el peso de la historia descansaba sobre sus hombros.

¿Qué pasaba por sus mentes en esos momentos de angustia e incertidumbre? ¿Pensarían en el recorrido milenario de la corona, en su viaje desde Jerusalén hasta París, sobreviviendo a imperios y guerras? ¿Recordarían la historia del rey Luis IX, caminando descalzo por las calles de París en señal de humildad, llevando consigo la preciada reliquia? Es probable que en medio del caos y la desesperación, la magnitud de su misión les diera la fuerza necesaria para seguir adelante.

El incendio de Notre Dame, más allá de la tragedia material, se convirtió en un recordatorio de la fragilidad de nuestra historia, de la importancia de proteger nuestro patrimonio cultural y religioso. La Corona de Espinas, símbolo de sufrimiento y redención, se enfrentaba a una nueva prueba, una nueva amenaza en su largo y accidentado periplo a través de los siglos. Su supervivencia, casi milagrosa, nos recuerda la fuerza de la fe y la perseverancia del espíritu humano frente a la adversidad. Es una historia de resistencia, un testimonio de la importancia de los símbolos y la profunda conexión que establecemos con ellos. Una historia que, sin duda, seguirá resonando en los corazones de los creyentes y en la memoria colectiva de la humanidad.

Fuente: El Heraldo de México