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11 de abril de 2025 a las 23:10

IA consume millones de litros de agua ¡Entérate!

La revolución digital nos ha sumergido en un océano de posibilidades, con la Inteligencia Artificial (IA) como su corriente más impetuosa. Desde la creación de imágenes al estilo Ghibli que inundan nuestras redes sociales, hasta las consultas rápidas que realizamos a ChatGPT en nuestro día a día, la IA se ha entretejido en la trama de nuestra cotidianidad. Sin embargo, esta fascinante innovación tecnológica trae consigo una sombra, una huella hídrica que se expande silenciosamente, poniendo en relieve la urgente necesidad de un consumo responsable.

Es fácil maravillarse con la capacidad de la IA para transformar fotografías en escenas salidas de una película de animación japonesa. Compartimos estas imágenes con amigos y familiares, celebrando la magia de la tecnología. Pero, ¿nos detenemos a pensar en el costo ambiental que se esconde detrás de cada clic? La banalización de estos procesos, la inmediatez con la que accedemos a ellos, nos impide a menudo vislumbrar el impacto real que tienen en nuestro planeta.

El agua, fuente de vida, se convierte en un insumo crucial para el funcionamiento de la IA. Los centros de datos, esos gigantescos cerebros digitales que procesan y almacenan la información, requieren de ingentes cantidades de agua para su refrigeración. Imaginen servidores trabajando sin descanso, las 24 horas del día, generando calor que debe ser disipado para evitar el colapso del sistema. Millones de galones de agua se evaporan diariamente en este proceso, una cifra que nos obliga a reflexionar sobre la sostenibilidad de este modelo.

El Dr. Miguel González, experto del Tecnológico de Monterrey, nos alerta sobre esta realidad. La ubicación estratégica de estos centros de datos, distribuidos por todo el globo, responde a la creciente demanda de procesamiento de información. Norteamérica, Europa, Asia, Latinoamérica… la sed de la IA se extiende por todos los continentes. Y mientras la tecnología avanza a pasos agigantados, el consumo de agua amenaza con seguir el mismo ritmo, a menos que se implementen soluciones innovadoras que minimicen el impacto ambiental.

La UNAM, en sus investigaciones, ha revelado un dato alarmante: una simple consulta a ChatGPT, esa que realizamos casi sin pensarlo, consume medio litro de agua. Si multiplicamos esta cifra por las millones de consultas que se realizan a diario en todo el mundo, el resultado es abrumador. La huella hídrica de la IA se convierte en un monstruo invisible que amenaza con agotar nuestros recursos más preciados.

No se trata de demonizar la tecnología, ni de renunciar a los beneficios que nos ofrece. El Dr. González lo tiene claro: la clave está en el consumo responsable. Utilizar la IA para lo que realmente necesitamos, evitando el uso indiscriminado y superficial. Debemos ser conscientes del impacto que nuestras acciones tienen en el medio ambiente, y actuar en consecuencia.

El compromiso de empresas como Google y Microsoft para reponer el agua consumida para 2030 es un paso en la dirección correcta. Sin embargo, la carrera tecnológica no se detiene, y la demanda de recursos hídricos seguirá aumentando. La innovación debe ir de la mano de la sostenibilidad, buscando soluciones que permitan un desarrollo tecnológico respetuoso con el planeta.

La IA nos ofrece un futuro lleno de posibilidades, pero es nuestra responsabilidad asegurar que ese futuro sea sostenible. El agua es un recurso vital, y su cuidado debe ser una prioridad. La educación de las nuevas generaciones en el consumo responsable es fundamental para garantizar un futuro donde la tecnología y la naturaleza puedan coexistir en armonía. El reto está planteado, y la respuesta está en nuestras manos.

Fuente: El Heraldo de México