
11 de abril de 2025 a las 12:30
Homenaje a los que buscan sin descanso
La desaparición, un vacío que se traga la luz, que silencia las risas y congela el tiempo. Luna, nuestra protagonista, se aferra a un susurro cósmico, a la idea de una abducción extraterrestre, una fantasía que la protege del abismo de la realidad. Un mecanismo de defensa, un escudo contra la brutalidad de la ausencia, la incógnita que carcome el alma. Imaginar naves espaciales y viajes intergalácticos se vuelve menos aterrador que enfrentarse a la violencia que acecha en las sombras, la misma que ha arrebatado a su padre y amenaza con desgarrar el tejido de su mundo.
El Teatro El Granero se convierte en el escenario de esta lucha interna, de este viaje de Luna a través del dolor y la esperanza. Hasta el 4 de mayo, "El día que las estrellas dejaron de brillar", bajo la dirección de Ricardo Rodríguez y la pluma de Mariana Reskala, nos invita a reflexionar sobre las cicatrices que la violencia deja en el alma humana. Reskala, con la valentía de quien transforma el dolor en arte, se inspira en la propia herida, en la violencia que azotó Xalapa durante el gobierno de Javier Duarte, para tejer esta narrativa de resiliencia.
La obra nos muestra a una Luna atrapada en la dualidad, oscilando entre la ilusión consoladora y el peso de la verdad. Su dolor, inicialmente bloqueado, emerge con la fuerza de un río desbordado, obligándola a confrontar la crudeza de su entorno. Patricia Soto, actriz que da vida a Luna, nos cuenta cómo este personaje transita un camino de crecimiento y autodescubrimiento, un proceso de reconstrucción en medio de las ruinas.
La llegada de Juan, hermano de su amigo Rocko, se convierte en un faro en la oscuridad. Él la acompaña, la guía y la impulsa a enfrentar la realidad sin tapujos, a nombrar el monstruo que la acecha. Juan es el espejo que refleja la fortaleza que Luna lleva dentro, la llama que la impulsa a luchar por la justicia, a convertir la búsqueda en su razón de ser.
“El mensaje central es la resiliencia y la esperanza”, afirma Patricia Soto. A pesar de las pérdidas, de los golpes que intentan doblegarnos, la obra nos recuerda la importancia de aferrarnos a nuestra identidad, a nuestra historia. Aunque las nubes oscurezcan el cielo, las estrellas, aunque invisibles, siguen brillando, guiando nuestros pasos.
"El día que las estrellas dejaron de brillar" no se limita a narrar la tragedia de las desapariciones forzadas. Va más allá, nos invita a reflexionar sobre la búsqueda incesante, la lucha incansable por la verdad y la justicia, la memoria como un acto de resistencia. Es una obra que nos llama a la comunión, a la empatía, a cuestionarnos nuestro rol como sociedad frente a la violencia. El teatro se convierte así en un espacio de encuentro, un catalizador para el diálogo, una invitación a construir un futuro donde las estrellas vuelvan a brillar con toda su intensidad, iluminando un camino de esperanza y memoria.
Fuente: El Heraldo de México