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11 de abril de 2025 a las 06:10

Futbolista de 13 años: Asesinado por un mensaje

La tragedia que ha enlutado a la comunidad angelina nos obliga a reflexionar sobre la vulnerabilidad de nuestros niños y la importancia de extremar las precauciones. El caso de Óscar Omar Hernández, un jovencito hondureño lleno de sueños futbolísticos, brutalmente arrebatado de este mundo a la temprana edad de 13 años, nos deja un vacío inmenso y una serie de interrogantes que claman por respuestas. ¿Cómo pudo un individuo, disfrazado de mentor y guía, perpetrar un acto tan atroz? ¿Qué fallas en el sistema permitieron que un depredador sexual con antecedentes criminales tuviera acceso a menores de edad?

La confianza depositada por Óscar y su familia en Mario Edgardo García Aquino, su entrenador, se convirtió en la herramienta que facilitó este crimen horrendo. La ilusión de perfeccionar sus habilidades futbolísticas llevó a Óscar a viajar a Lancaster, un viaje sin retorno que terminó en una pesadilla. La imagen del joven despidiéndose de sus familiares en la estación de tren, con la mochila llena de sueños y la promesa de un futuro brillante, contrasta dolorosamente con la cruel realidad de su destino.

Las mentiras tejidas por García Aquino, las llamadas evasivas, los mensajes de texto falsos, revelan la frialdad y la premeditación de sus actos. Mientras la familia de Óscar se aferraba a la esperanza, el entrenador construía una red de engaños para ocultar su crimen. La angustia de esos días de búsqueda, la movilización de la comunidad, la incansable labor de las autoridades, todo culminó en un descubrimiento desgarrador: los restos de Óscar, abandonados en una zona boscosa cerca de Oxnard, un testimonio silencioso de la barbarie.

La autopsia, con sus detalles escalofriantes, confirma la brutalidad del asesinato y añade una capa aún más oscura a esta tragedia. El abuso sexual, la violencia ejercida sobre un niño indefenso, nos confronta con la peor cara de la humanidad. El dolor de la madre de Óscar, expresado en sus desgarradoras palabras junto al lugar donde encontraron a su hijo, resuena en el corazón de todos nosotros. Un dolor amplificado por la traición, por la confianza depositada en quien resultó ser un monstruo.

La detención de García Aquino y la revelación de su historial criminal abren una herida profunda en la comunidad. Las acusaciones previas de abuso sexual, su ingreso ilegal al país, su trabajo como entrenador itinerante, dibujan el perfil de un depredador que se movía con impunidad, aprovechándose de la vulnerabilidad de los jóvenes y la confianza de sus familias.

Este caso no puede quedar impune. La justicia debe actuar con contundencia, no solo para castigar al culpable, sino también para enviar un mensaje claro: la protección de nuestros niños es una prioridad inquebrantable. Debemos fortalecer los mecanismos de control, exigir verificaciones exhaustivas de antecedentes para quienes trabajan con menores, y fomentar una cultura de prevención y denuncia.

La memoria de Óscar Omar Hernández debe ser un recordatorio constante de la importancia de proteger a nuestros niños. Su sueño truncado, su vida robada, nos llama a la acción. Debemos trabajar juntos, como comunidad, para construir un entorno seguro donde los niños puedan crecer y desarrollar su potencial sin miedo, donde sus sueños no se conviertan en pesadillas. La justicia para Óscar es también un compromiso con el futuro, un compromiso con la seguridad y el bienestar de todos nuestros hijos.

Fuente: El Heraldo de México