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11 de abril de 2025 a las 09:30

Descubre el Espíritu del Movimiento (Parte 2)

La efervescencia social que vivimos hoy es producto de años de lucha y organización popular. Diversas corrientes de pensamiento y acción han convergido, tejiendo una red compleja de reivindicaciones. Si bien esta pluralidad enriquece el movimiento, también presenta el desafío de unificar criterios y priorizar acciones para lograr un impacto contundente. La historia nos ha enseñado el poder de la movilización: las manifestaciones, los paros y las huelgas, herramientas tradicionales de la clase trabajadora, se han fusionado con las demandas del movimiento urbano popular, la lucha por el acceso al agua y otras causas, creando un torrente de cambio social. Este caudal de energía social, canalizado a través de la vía político-electoral, ha nutrido con actores políticos provenientes de las bases populares a movimientos como Morena.

Sin embargo, la conquista electoral no es el fin, sino el medio para lograr una transformación profunda. El verdadero trabajo comienza en el territorio, calle por calle, plaza por plaza, cara a cara con el pueblo. Ahí, en el contacto directo con la gente, es donde se palpan las necesidades reales, las viejas y nuevas expresiones de pobreza que el neoliberalismo ha exacerbado. El desempleo, la precarización laboral, la marginación y la migración azotan a comunidades enteras, creando un caldo de cultivo para la desesperanza. Es precisamente en estos espacios donde la organización popular cobra vital importancia. Las asambleas territoriales, los comités y las células populares se convierten en espacios de encuentro, de diálogo y de acción colectiva, donde se gestan las soluciones que emanan de la propia comunidad.

Este trabajo territorial no sólo atiende las necesidades inmediatas, sino que también forja a los nuevos cuadros políticos e ideológicos del movimiento. Es en la calle, en la lucha cotidiana, donde se aprende, se crece y se comprende la magnitud del desafío. La experiencia concreta se transforma en conocimiento, la crítica se afina y se llega a la conclusión de que la batalla fundamental es contra el modelo neoliberal, un sistema intrínsecamente opuesto a los intereses de las mayorías. De esta forma, las reivindicaciones económicas y las demandas concretas se elevan a un plano superior, imbuidas de los principios de justicia social, solidaridad y dignidad.

La lucha territorial es, por lo tanto, el alma y el espíritu del movimiento. Caminar las calles, visitar colonias y barrios, escuchar y servir a la gente son los pilares fundamentales de la representación popular. Si bien la actividad gubernamental y legislativa exige dedicación y esfuerzo, no podemos descuidar ni desatender a quienes nos han confiado la responsabilidad de representarlos. La transformación verdadera se construye desde abajo, con la participación activa del pueblo. Como reza la máxima de la Cuarta Transformación: “¡Con el pueblo todo, sin el pueblo nada!”. Es un recordatorio constante de que el poder reside en la gente y que solo a través de la unidad y la organización popular podremos alcanzar la justicia social que anhelamos. El futuro se construye en el presente, con el trabajo incansable en el territorio, escuchando y atendiendo las necesidades del pueblo, porque la verdadera transformación no se decreta desde arriba, sino que se construye desde abajo, con la participación activa de todos y todas.

Fuente: El Heraldo de México