
11 de abril de 2025 a las 10:15
Deja tu huella: Actúa ahora
La sombra de la apatía se cierne sobre nosotros, alimentada por la desilusión y la complejidad del proceso. Un hombre, un capricho, una Constitución modificada a conveniencia, impunidad otorgada a cambio de poder… El costo económico es exorbitante, la participación ciudadana se prevé mínima, y la justicia, esa promesa etérea, continuará siendo un espejismo inalcanzable. El laberinto de las boletas, la inversión de tiempo, la dificultad para emitir un voto informado… todo conspira para mantenernos alejados de las urnas. La ausencia de la ciudadanía en el conteo de votos, la opacidad en la selección de candidatos, la escasez de casillas y la previsible llegada de improvisados a la judicatura… el panorama es desolador. Morena, con el control absoluto de los tres poderes, se perfila como el gran vencedor, replicando este escenario en la mayoría del país.
Sí, son argumentos válidos para la abstención, para el desencanto, para la resignación. Pero, ¿qué sucede si nos quedamos en casa, si permitimos que la inercia nos domine? Las maquinarias partidistas, con su acarreo y sus prácticas clientelares, tomarán el control de las sentencias. Las grandes transnacionales financieras colocarán a sus peones en los juzgados mercantiles. Los sindicatos y centrales obreras tejerán sus redes de influencia en los tribunales laborales. Y los grupos delincuenciales, esos tentáculos del crimen organizado, se infiltrarán en la justicia penal. Incluso los grandes despachos, esos gigantes del litigio civil, familiar y de mediación, se preparan para el festín.
Independientemente de nuestra postura ante la reforma, la realidad es inamovible: la Carta Magna ha sido modificada y este domingo elegiremos a los nuevos jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Lamentarnos, maldecir la situación, no cambiará el curso de los acontecimientos. Es un hecho consumado. Con nuestra participación o sin ella, las votaciones se llevarán a cabo.
¿Nos quedaremos en la comodidad de nuestros hogares, esperando pasivamente los resultados? Yo no. Iré a ejercer mi derecho, a depositar mi granito de arena, a votar por los menos malos, por aquellos que, a pesar de las circunstancias, representen una mínima esperanza de justicia.
El INE, esa institución construida con tanto esfuerzo y recursos, se enfrenta a una prueba histórica. ¿Estará a la altura? Si la autoridad electoral me convoca, no dudaré en participar como funcionario de casilla.
El Tribunal Electoral ha dado luz verde a los funcionarios para promover la elección judicial, pero esto no implica la promoción de candidatos específicos, sino el fomento de la participación ciudadana.
Nuestro deber cívico nos exige un análisis profundo de los perfiles de los candidatos. Debemos construir nuestro propio "acordeón", una herramienta que nos permita navegar en la complejidad de la boleta electoral, recordando que esta vez no marcaremos logotipos, sino que llenaremos los espacios con los números asignados a cada candidato. No permitamos que la apatía nos venza. Informémonos, participemos y construyamos, con nuestro voto, un futuro más justo.
Fuente: El Heraldo de México