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11 de abril de 2025 a las 09:15

AMLO recibe duro golpe

Se respira un aire nuevo en la política mexicana. Un cambio sutil, pero palpable, se percibe en los pasillos del poder, contrastando con la impronta del sexenio anterior. Si bien la figura de López Obrador se mantiene como un referente ineludible dentro del partido, la presidenta Sheinbaum ha comenzado a trazar su propio camino, marcando una diferencia no solo en la forma, sino también en el fondo de las políticas públicas. A tan solo seis meses de haber asumido el cargo, las divergencias se hacen cada vez más evidentes, generando un debate soterrado que, sin llegar a la confrontación abierta, pone de manifiesto dos visiones distintas sobre cómo gobernar México.

Un ejemplo claro de esta divergencia se encuentra en la estrategia de seguridad. El discurso de los "abrazos, no balazos", que caracterizó al gobierno anterior, parece haber quedado atrás. La actual administración ha optado por una postura más firme, priorizando las detenciones, los decomisos y los operativos contra el crimen organizado. La destrucción de decenas de laboratorios de fentanilo, un tema antes negado o minimizado, es una prueba contundente de este cambio de rumbo. Incluso voces internacionales, como la del senador estadounidense Marco Rubio, quien en el pasado criticó duramente a López Obrador, ahora reconocen los avances en la lucha contra el narcotráfico. Este giro ha generado una ola de reacciones, tanto a favor como en contra, y ha puesto en el centro del debate la eficacia de las diferentes estrategias de seguridad.

El sector salud es otro escenario donde los contrastes se hacen evidentes. Mientras López Obrador aseguraba haber legado "el mejor sistema de salud del mundo", la realidad del desabasto de medicamentos obligó a la presidenta Sheinbaum a tomar medidas drásticas. La modificación del esquema de compra de medicamentos es una clara señal de que la nueva administración no está dispuesta a ignorar las deficiencias del pasado, y busca soluciones concretas para garantizar el acceso a la salud de todos los mexicanos. Este cambio de enfoque ha sido bien recibido por amplios sectores de la población, que durante años sufrieron las consecuencias del desabasto.

Pero sin duda, el tema más sensible y donde la diferencia es más abismal es el de los desaparecidos. El sexenio anterior fue testigo de un aumento alarmante en el número de personas desaparecidas, una tragedia que el expresidente minimizó y que lastimó profundamente a los colectivos de búsqueda y a las familias de las víctimas. La presidenta Sheinbaum, en cambio, ha mostrado una mayor sensibilidad y disposición al diálogo. Su reunión con madres buscadoras y el compromiso de la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, de crear un registro fiel de desaparecidos, representan un rayo de esperanza para quienes llevan años buscando a sus seres queridos. La declaración de Sánchez Cordero de que "no existe en México una cifra real de desaparecidos", publicada en La Jornada, el periódico más afín a la 4T, es un gesto simbólico que marca una ruptura con la narrativa oficial del sexenio anterior.

Estos contrastes, que apenas comienzan a manifestarse, configuran un nuevo escenario político en México. A solo seis meses del inicio del nuevo sexenio, la presidenta Sheinbaum ha dejado claro que su gobierno tendrá su propia identidad, y que no teme tomar decisiones que la diferencien de su antecesor. El camino por delante es largo, y queda por verse cómo evolucionará esta dinámica entre continuidad y ruptura. Lo que sí es seguro es que la política mexicana está entrando en una nueva fase, llena de retos y expectativas.

Fuente: El Heraldo de México