
10 de abril de 2025 a las 06:00
Resiliencia tras la tragedia: Mujeres empoderadas
En las montañas de Chiapas, donde la niebla se aferra a las laderas y las tradiciones ancestrales tejen el destino de sus habitantes, tres mujeres comparten un dolor que las une con una fuerza invisible: la pérdida de un hijo. Este duelo, universal en su esencia, se tiñe de matices aún más oscuros en una región donde los usos y costumbres añaden un peso extra a la carga emocional que ya llevan sobre sus hombros. La cineasta tsotsil Ana Ts’uyeb nos acerca a estas realidades a través de su documental Li Cham, Morí, una ventana a la violencia de género que permea la vida de las mujeres en algunas comunidades indígenas.
La historia que Ts’uyeb nos presenta no es la de personajes lejanos y desconocidos, sino la de su propia familia: su madre, su tía y la esposa de su primo. Desde su infancia, la directora fue testigo de la normalización de prácticas patriarcales que limitaban la vida de las mujeres a su alrededor. "Crecí cuestionando estas costumbres", comparte Ts’uyeb, "y viendo cómo, bajo el manto de la tradición, se ocultaban formas de violencia que sometían a las mujeres a una existencia llena de dificultades."
A pesar de crecer en el seno del Movimiento Zapatista, donde la defensa de los derechos es un pilar fundamental, la cineasta reconoce la brecha entre la teoría y la práctica. La influencia zapatista, sin duda, sembró la semilla de la conciencia en su interior, pero la realidad en Naranjatic Alto, su comunidad natal, demostraba que el camino hacia la igualdad era empinado y pedregoso. "Conocer mis derechos no significaba que pudiera ejercerlos libremente", explica. La admiración que Ts’uyeb siente por las protagonistas de su documental nace de su capacidad para sobreponerse a la adversidad. A pesar del dolor y las limitaciones, estas mujeres no se resignan a la victimización ni al resentimiento. Al contrario, encuentran la fuerza para seguir adelante en el trabajo diario, proyectando un futuro con esperanza para sus hijos e hijas.
En Naranjatic Alto, el destino de una mujer parece estar escrito desde su nacimiento: casarse, tener hijos, preferiblemente varones, y servir a la familia de su esposo. El matrimonio, en muchos casos, se convierte en una transacción donde la mujer es entregada a cambio de una promesa de estabilidad económica, perdiendo su autonomía y convirtiéndose, en palabras de Ts’uyeb, en una "sirvienta" o "esclava" de la familia del marido. La presión por tener hijos varones se debe a que son ellos quienes heredan la tierra, negando a las mujeres el derecho a la propiedad y, por ende, a la independencia económica y a la capacidad de decisión dentro del hogar.
Cambiar mentalidades arraigadas durante generaciones es una tarea titánica. Incluso en una zona con la influencia del zapatismo, algunas costumbres se aferran con tenacidad a la vida comunitaria. La propia madre de Ts’uyeb sufrió las consecuencias de desafiar estas normas al reclamar su derecho a la tierra. "Obtener una propiedad significaba para una mujer ganar independencia y libertad de decisión", señala la cineasta, resaltando la importancia de la autonomía económica para romper el ciclo de opresión.
Li Cham, Morí, nos invita a reflexionar sobre la complejidad de las realidades indígenas y la lucha de las mujeres por romper las cadenas de la tradición. Su participación en el Festival Ambulante ofrece una oportunidad invaluable para acercarnos a estas historias y comprender la importancia de seguir trabajando por un futuro donde la igualdad de género sea una realidad tangible, no solo un ideal proclamado.
Fuente: El Heraldo de México